Padre José Ortiz Rivera: 44 años de sacerdote este 8 de junio



Pbro. José Ortiz Rivera
Ocho de junio: el Pbro. José Ortiz Rivera cumplirá 44 años de sacerdocio. En una fecha semejante, pero del año de 1968, uno de los 6 hermanos del matrimonio formado por Don Ernesto Ortiz García y Doña Gabina Rivera Cendejas, que ya gozan de Dios, recibía el Sacramento del Orden en la Catedral de la Arquidiócesis de Morelia por la imposición de manos de Mons. Manuel Martín del Campo y Padilla quien tres años antes había sido promovido al Arzobispado de Morelia, como Coadjutor con derecho a sucesión, exactamente el 16 de junio de 1965.

Originario de Pénjamo, Guanajuato, la tierra que identificara el querido, simpático y ya desaparecido Joaquín Pardavé, otro penjamense, como el suelo de los que "te miran y se agachan", es entrevistado por Pastoral de la Comunicación para este espacio digital electrónico Internet de la Diócesis de Celaya.

¿Cómo se dio el llamado, Padre Ortiz?

"Mi intención era irme a los EEUU a formar parte del Ejercito. Tres primos hermanos habian estado en el Ejercito norteamericano, egresados de la distinguida Academia Militar de Westpoint y me enviaban fotografías de aviones, maquinaria de guerra, barcos y todas esas cosas que me hacían ilusión y me emocionaban".

"La hermana mayor de mi mamá, mi tía Rosa, que dicho sea de paso mi mamá era la menor de todas las hermanas le dijo: Cuando Pepe termine la primaria me lo mandas. La familia de mi mamá fue numerosa. 15 hijos en total. Mi tia se fue a los Estados Unidos desde 1920, y tuvo un total de 13 hijos. De estos, varios fueron combatientes en la II Guerra Mundial".

"¿Qué me detuvo irme a los EE.UU. y hacerme militar? Pues que a mis familiares se les ocurrió hacerse pentecostales y por ello, pos nomás que no", dijo soltando una gran sonrisa el Padre Ortiz. "Imaginate. Yo era en aquel entonces acólito en Pénjamo, con el Sr. Cura Salvador Campos, que Dios tenga en el cielo"

Tras esta decisión, se presenta una segunda opción, "con un tío de mi mamá, José Navarrete Cendejas, tío de mi mamá, quien luego fue un político en el sexenio del presidente de la república Gustavo Díaz Ordaz. Me dijo: Vente a Mexico, aquí estudiarás Economía. Yo pensé: esta es otra opción".

"Pero de nuevo, y ahora mi señor Cura, me dijo: ¿Qué vas hacer ahí? Ese lugar a donde te vas a meter es un nido de comunistas y ateos..."

Romano Picutti y los Niños Cantores de Morelia
Recuerda el Padre Ortiz el haber sido seleccionado para ser integrado en el histórico Coro de los Niños Cantores de Morelia, con el distinguido maestro Romano Picutti, y otra vez sonríe... "Pero mi mamá no me dejó".

El Padre Ortiz, guarda un momento de silencio y continúa la plática "Me dije: A la mejor es verdad... y luego aparece otro tío, hermano de mi abuela, quien era sacerdote y que se llamaba Rómulo Cendejas. El estaba en Mulegé, en Baja California y me dijo: Vete al Seminario, te vas conmigo y te envío a Montezuma", un seminario que se ubicaba en Texas y que a principios del siglo XX albergó a los seminaristas mexicanos en tiempos de la persecución.

"Mi mamá, se puso muy contenta. Pero de nuevo entró en escena mí párroco y me dice: ¿A que te vas ahi... te mando a Salamanca, Guanajuato y ahí empezó mi ubicación, en la Escuela Apostólica de Salamanca. Tenía 11 años de edad en aquel entonces".

"Recuerdo", trae a su mente nuestro Padre Ortiz, "que habia dos revistas en el Seminario. Una de ellas se llamaba Futuro y la otra Trento. La primera, con historias de los sacerdotes de la Arquidiócesis, donde iba yo viendo la vida y la parte humana de los sacerdotes. Fui mucho de acompañar a los sacerdotes a recorrer sus parroquias a caballo. Les acompañaba en el caminar, los veía confesar en las noches y la gente veía que la gente los quiere mucho. Eso yo veía".

"Así me empecé a dar cuenta que fui soldado pero de otro ejército", reflexiona.

Mons. Manuel Martín del Campo,
VI Arzobispo de Morelia
En aquella Escuela "entramos 32, pasamos 17 y quedamos con 16. De ahi pasé a lo que tomó el nombre de Seminario Tridentino de Morelia. Nunca tuve problemas".

"Mons. Martín del Campo fue quien me ordenó con otros dos hermanos sacerdotes, uno de ellos que ya está en la Casa del Padre. La ceremonia, en la Catedral de Morelia".

El Padre Ortiz no nos da tiempo de soltarle la siguiente pregunta. Se le agolpan los recuerdos en la mente y en el corazón. El Padre Ortiz, de complexión fuerte y de estatura alta, nos confiesa: "Conservo los zapatos de mi ordenación. Son unos mocasines negros, de aquella afamada marca Canadá... y todavía me vienen", sonríe.

Una de las características que siempre ha distinguido al Padre Ortiz, físicamente hablando, es que tiene el pelo blanco. Y la pregunta es obligada.

Padre Ortiz: ¿Siempre ha tenido el pelo blanco?

Contesta de inmediato. "Es de familia, ten en cuenta eso".

De hecho, recuerda que uno de sus familiares tenía el pelo blanco. "Mi abuelo materno, don Fidencio Rivera".

El Padre Ortiz evoca. Le viene a la mente un recuerdo muy sentido, que le emociona y arrebata la palabra: "Cuando mi abuelo murió, yo tendría 4 o 5 años de edad. Contra lo que pudiera pensarse, yo no me entristecí por su muerte. Yo andaba ahí bien contento, no por su muerte, sino porque, en mi inocencia reiteraba una y otra vez que mi abuelo no había muerto... mi abuelo, decía, está en la parroquia".

"¿Dónde? se preguntarán. Se parecía mucho a la imagen de mi santo patrono San José, que estaba en uno de los altares de la Parroquia. No se murió, él está en la parroquia. En mi inocencia infantil, esa fue la certeza que tenía y la imagen que tuve de mi abuelo".

Mons. Jesús Tirado y Pedraza, Primer
Obispo de Ciudad Victoria, Tamps.
El Padre Ortiz deshilvana una gran cantidad de recuerdos. Se nota el dejo de emoción y cuenta una tras otra escenas que develan el corazón puesto en ellas: "Me enviaron, antes de ordenarme, a Victoria, Tamaulipas, con Mons. Jesús Tirado y Pedraza, en la sierra de Tamaulipas, desde Tula, Miquihuana, Tanque Blanco y muchos ranchos más, en misiones. Nos mandan cerca de la frontera, a San Carlos... van a hacer ejercicios espirituales con la gente. Entonces, Mons. Román Acevedo, ya en Morelia me dice: Tú has sido muy sano... ¿No quisieras ayudar? y me envía a Ciudad Altamirano, Guerrero... Vete a ayudar al padre Tomasito, en Huetamo. Cumplí mis tiempos y me ordeno sacerdote en 1968 y de ahi me voy a Huetamo de nuevo".

Es Comonfort, Guanajuato, el primer amor de este sacerdote incardinado por la Arquidiócesis de Morelia. Llega a la Parroquia San Francisco de Asís como vicario... "Estoy aquí durante tres meses. Me mandan a Celaya para suplir a un sacerdote muy inteligente, al Padre Pastor Esteban".

Menciona a uno de los sacerdotes que son parte de la historia de la Iglesia en México y en Celaya. "Me envían con el Sr. Cura Don Guillermo Marquez. Llegué un 8 de julio, en pleno novenario de la Virgen del Carmen, en 1969. Ahi estuve 6 años. Nace la Diócesis de Celaya, con Don Victorino Alvarez Tena y continuó ahí en Catedral".

El que fuera el Primer Obispo de la Diócesis de Celaya "me mandó a la colonia Las Flores, casualmente a la Parroquia San José como párroco y estuve en este lugar durante 19 años. Dispone el obispo y me regresan a la Parroquia Sagrario-Catedral permaneciendo en este lugar durante ocho años como Párroco. De ahi me envían a la Parroquia La Santísima Trinidad, en la Colonia Los Girasoles para luego ser enviado como Párroco a Apaseo el Grande, a la Parroquia San Juan Bautista donde actualmente estamos sirviendo".

Mons. Victorino Alvarez Tena,
Primer Obispo de la Diócesis de Celaya
Nuestro estimado sacerdote Diocesano confiesa y deja testimonio: "Monseñor Juan Jesus Posadas Ocampo, me hizo sentir que fui de sus dedos chiquitos" Ante la incredulidad y sonrisa del entrevistador ante esta revelación, también sonríe y desarma para obligarnos a reconocer que efectivamente es verdad: Monseñor Posadas Ocampo, cardenal sacrificado en el Aeropuerto de Guadalajara el siglo pasado, tenía y tuvo detalles de delicadeza, aprecio y afecto para con el Padre Ortiz.

"El me impartía Filosofía, en primer año en el Seminario de Morelia durante mis estudios eclesiásticos, a principios de los años sesentas. Entonces, cuando el Papa lo hace obispo de Tijuana, me pide que le lleve sus discos y su coche a Tijuana".

"Siendo yo ya sacerdote, surge una amistad con él y me decía: Cuando estés de vacaciones, vente acá a Tijuana a la casa. Y estando allá, me daba la llave del coche y la cartera con el dinero".

Entonces, salta la anécdota que hace explosión en una carcajada del Padre Ortiz y del entrevistador.

"Monseñor Posadas tenía la costumbre de que cuando salíamos a algún asunto o a pasear, sacaba un perro pastor alemán que la gente también acostumbra llamar perro policía. Subí yo al lugar del conductor, Mons. Posadas al asiento delantero izquierdo y el perrazo tomaba su sitio en el asiento de atrás, para él solo".

Emmo. Cardenal Jesús Posadas Ocampo
"Vamos los tres en el vehículo", narra sonriente el Padre Ortiz, "cuando llegamos a una esquina con semáforo. Se pone en alto la señal y nos detenemos. Se empareja a nosotros una patrulla de la Policía de Tijuana. Seguimos en la espera del cambio de luces... y el agente uniformado de la policía voltea a ver la unidad, reconoce al Pastor Diocesano y luego se queda mirano al perrazo y sólo exclama: Buenas noches, tocayo..."

La amistad con Mons. Posadas continuó durante muchos años. "Hice una buena amistad con él. Recordaba los paseos en el camino a Ensenada... ahí había un lugar donde se comía muy buena langosta. Y de nuevo, me entregaba su cartera con dinero. y yo pagaba".

"Yo estaba ya en Celaya y Mons. Posadas me manda una carta para integrarme a la Pastoral castrense, la atención a los fieles católicos insertos en el Ejército, pero tenía a mi mamá y debía de cuidarla. Luego cambiaron a Mons. Posadas Ocampo a Cuernavaca y me invitó ahi a estar con él y tampoco se dieron las condiciones. Pero eso sí, siete sacerdotes contemporáneos míos sí se los llevó a trabajar con él".

Casi llegamos al final de la entrevista. No ha costado mucho conocer la vida de este sacerdote que conocemos desde hace muchisimos años.

Lo recordamos en un pequeño Volkswagen Safari, tipo militar... sus fotografías con jets, barcos e imágenes de aeródromos militares, la Base Naval de San Diego y tantas cosas que le recuerdan lo que pudo ser y que dejó todo aquello por amor a Dios y al prójimo y entregar la vida completa al servicio de Jesucristo... y ser quien con visión al futuro contratara por primera vez la direccion www.diocesisdecelaya.org.mx y que da nombre a nuestro sitio web de la Diocesis de Celaya... ese es el Padre Ortiz.

¿Cuál ha sido la mayor alegría de su vida, Padre?

"Lo digo con todo mi corazón: mis momentos felices son todos los días. Hay momentos que marcan tu vida. Mi ordenación sacerdotal, cuando pude atender a mi mamá en todas sus necesidades a la hora de su entrada a la Casa del Padre. No solo las necesidades materiales sino espirituales".

Guarda un instante de silencio. "Mira, en los epitafios se ponen muchas cosas, pero aparte de lo acostumbrado, dejé en la de mi mamá una palabra que es clave", un acto de fe, le dijimos. "En su tumba dejé una palabra que es clave: Resucitaré. Lo mismo que sucedió con mi hermano Guillermo Ortiz".

¿Cuál ha sido su momento más difícil?

El Padre Ortiz no duda en responder: "Las incomprensiones no me afectan. Si lo que dicen de mi es mentira, no me afecta porque yo se cuál es mi verdad. Ese tipo de cosas más bien me generan la necesidad de comprender y ayudar aquel que vive en esa actitud hacia mi, esa situación dificil que vive"

"¿Cómo festejo estos aniversarios? Recuerdo que cuando cumplí 25 años de sacerdocio, celebré las misas en los ranchos y les hice notar a la gente esta celebración y lo único que les pedí fue que hicieran una oración por mí. Así sucedió pero lo que trajo después, lo sigo recordando: Llegaron a mi una gran cantidad de cartitas de la misma gente donde volcaban sus oraciones y su corazón por mí... y hasta la fecha, sigo conservando estas cartitas..."

Dios lo bendiga y lo conserve muchos años más, Padre Ortiz... 

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