noviembre 2014
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11/30/2014 03:26:00 p. m.
ROMA, 30 Nov. 14 (ACI/EWTN Noticias).- En la habitual rueda de prensa que concede luego de concluir un viaje internacional durante el vuelo de retorno, esta vez desde Estambul (Turquía) el Papa Francisco habló brevemente sobre el Sínodo de la Familia que se realizó del 5 al 19 de octubre en el Vaticano.

Probablemente uno de los temas que más titulares generó entre la prensa mundial durante la realización del Sínodo de los Obispos fue la publicación de la llamada “Relatio post disceptationem” (La Relación después de la discusión), que resumía el estado de la discusión de la primera semana de debates.


Entre otras cosas que se dijo en diversos medios de comunicación, se afirmaba por ejemplo que el Papa Francisco –y con él toda la Iglesia– le abría las puertas a los matrimonios homosexuales.


Lo que sí sucedió es que el texto fue duramente criticado por los mismos obispos que se reunieron luego en los llamados “círculos menores” en tres idiomas distintos, en los que rechazaron además los muchos problemas de traducción que se habían verificado en relación a este documento.


Luego de los debates finales en los círculos menores, los Obispos acordaron la redacción del documento llamado “Relatio Synodi” que recoge lo dicho finalmente por los prelados que servirá de base para el Sínodo de la Familia de 2015.


Sobre este tema, el Papa Francisco dijo que “el Sínodo es un recorrido, es un camino. No es un Parlamento; es un espacio protegido para que se pueda hablar sobre el Espíritu Santo. Tampoco con la relación final se termina el recorrido. Por ello no se puede tener una opinión de una persona o de un borrador”.


El Papa dijo luego: “no estoy de acuerdo (es mi opinión) con que se diga públicamente: ‘Este dijo esto’, sino que se haga público, como sucedió, solamente lo que se dijo: el Sínodo no es un Parlamento. Se requiere protección para que pueda hablar el Espíritu Santo”.


11/30/2014 03:09:00 p. m.
ROMA, 30 Nov. 14 (ACI/EWTN Noticias).- Durante la conferencia de prensa de 46 minutos a su regreso de Turquía, el Papa Francisco reflexionó sobre el ecumenismo, y señaló la existencia de un “ecumenismo de sangre” entre cristianos de diversas denominaciones en Medio Oriente, en el que “nuestros mártires están gritando: ‘¡Somos uno!’”.

Citado por Vatican Insider, el Santo Padre señaló que piensa que con los ortodoxos “estamos en camino; tienen sacramentos y sucesión apostólica. Estamos en camino”.


Para Francisco, “si tenemos que esperar a que los teólogos se pongan de acuerdo… ¡No llegará nunca ese día!”.


“Soy escéptico: trabajan bien los teólogos, pero Atenágoras había dicho: ‘¡Pongamos a los teólogos en una isla para que discutan y nosotros seguimos adelante!’”.


“La unidad es un camino que se debe hacer, y se debe hacer juntos; es el ecumenismo espiritual, rezar juntos, trabajar juntos. Y luego está el ecumenismo de la sangre: cuando estos matan a los cristianos, la sangre se mezcla. Nuestros mártires están gritando: ‘¡Somos uno!’”.


Francisco reconoció que “es algo que tal vez algunos no pueden entender. Las Iglesias orientales católicas tienen derecho de existir, pero el uniatismo es una palabra de otra época. Hay que encontrar otra vía”.


Abordando el tema del Primado de Pedro en la Iglesia, Francisco, recordó una reciente reunión con el metropolita Hilarión, presidente del Departamento para las relaciones externas del Patriarcado de Moscú, y destacó que “hay que continuar con la petición de Juan Pablo II: ‘Ayúdenme a encontrar una fórmula de primado aceptable para las Iglesias ortodoxas’”.


El Papa aseguró que “lo que siento más profundamente en este camino para la unidad es la homilía que hice ayer sobre el Espíritu Santo: solo el camino del Espíritu Santo es correcto. Él es sorpresa, Él es creativo”.


“El problema -y esta tal vez sea una autocrítica, pero lo dije también en las Congregaciones generales antes del Cónclave- es que la Iglesia no tiene luz propia, debe ver a Jesucristo”.


“Las divisiones existen porque la Iglesia se ha visto demasiado a sí misma”, dijo.


El Santo Padre señaló que “mientras comíamos hoy, con (el Patriarca Ecuménico) Bartolomé, hablamos del momento en el que un cardenal fue a llevar la excomunión del Papa al Patriarca: la Iglesia se veía demasiado a sí misma en ese momento”.


“Cuando nos vemos a nosotros mismos nos volvemos auto-referenciales”.


Francisco destacó que “los ortodoxos aceptan el primado: en las letanías de hoy rezaron por su pastor y primado, ‘aquel que camina primero’. Lo dijeron hoy ante mí”.


“Para encontrar una fórmula aceptable debemos ir al primer milenio. No digo que la Iglesia se haya equivocado (en el segundo milenio), ¡no! Hizo su camino histórico. Pero ahora el camino es seguir adelante con la petición de Juan Pablo II”.


El Papa destacó que las preocupaciones de los conservadores que sospechan de la apertura hacia los ortodoxos no son solo un problema de la Iglesia Católica, sino que “este es también un problema de los ortodoxos, de algunos monjes y de algunos monasterios”.


“Por ejemplo, desde los tiempos del beato Pablo VI se discute sobre la fecha de la Pascua y no nos ponemos de acuerdo. Con este ritmo, nuestros tataranietos la van a celebrar en agosto”.


Francisco recordó que “el beato Pablo VI había propuesto una fecha fija, un domingo de abril”.


“Una vez, mientras yo estaba en Vía della Scorta y se estaban haciendo los preparativos para la Pascua, escuché a un oriental que decía: ‘Mi Cristo resucita dentro de un mes’. Mi Cristo, tu Cristo… Hay problemas”.


Sin embargo, subrayó, “debemos ser respetuosos y no cansarnos de dialogar, sin insultar, sin ensuciarse, sin chismear”.


“Pero si uno no quiere dialogar. Pero se necesita paciencia, mansedumbre y diálogo”, aseguró.


Más información del viaje del Papa a Turquía en https://www.aciprensa.com/turquia2014/



Sede CEM Cuautitlán Izcalli, Edo Mex.
12 de Noviembre de 2014

Los Obispos de México decimos: ¡Basta ya! No queremos más sangre. No queremos más muertes. No queremos más desparecidos. No queremos más dolor ni más vergüenza. Compartimos como mexicanos la pena y el sufrimiento de las familias cuyos hijos están muertos o están desaparecidos en Iguala, en Tlatlaya y que se suman a los miles de víctimas anónimas en diversas regiones de nuestros país. Nos unimos al clamor generalizado por un México en el que la verdad y la justicia provoquen una profunda transformación del orden institucional, judicial y político, que asegure que jamás hechos como estos vuelvan a repetirse.

 Reunidos para reflexionar sobre los desafíos actuales, vemos en esta crisis un llamado para construir un país que valore la vida, dignidad y derechos de cada persona, haciéndonos capaces de encontrarnos como hermanos.

 En el año 2010, en la exhortación pastoral “Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna” advertíamos sobre el efecto destructor de la violencia, que daña las relaciones humanas, genera desconfianza, lastima a las personas, las envenena con el resentimiento, el miedo, la angustia y el deseo de venganza; afecta la economía, la calidad de nuestra democracia y altera la paz.

 Con tristeza reconocemos que la situación del país ha empeorado, desatando una verdadera crisis nacional. Muchas personas viven sometidas por el miedo, la desconfianza al encontrarse indefensas ante la amenaza de grupos criminales y, en algunos casos, la lamentable corrupción de las autoridades. Queda al descubierto una situación dolorosa que nos preocupa y que tiene que ser atendida por todos los mexicanos, cada uno desde su propio lugar y en su propia comunidad.

 En nuestra visión de fe, estos hechos hacen evidente que nos hemos alejado de Dios; lo vemos en el olvido de la verdad, el desprecio de la dignidad humana, la miseria y la inequidad crecientes, la pérdida del sentido de la vida, de la credibilidad y confianza necesarias para establecer relaciones sociales estables y duraderas.

 En medio de esta crisis vemos con esperanza el despertar de la sociedad civil que, como nunca antes en los últimos años, se ha manifestado contra la corrupción, la impunidad y la complicidad de algunas autoridades. Creemos que es necesario pasar de las protestas a las propuestas. Que nadie esté como buitre esperando los despojos del país para quedar satisfecho. La vía pacífica, que privilegia el diálogo y los acuerdos transparentes, sin intereses ocultos, es la que asegura la participación de todos para edificar un país para todos.

 Estamos en un momento crítico. Nos jugamos una autentica democracia que garantice el fortalecimiento de las instituciones, el respeto de las leyes, y la educación, el trabajo y la seguridad de las nuevas generaciones, a las que no debemos negarles un futuro digno. Todos somos parte de la solución que reclama en nosotros mentalidad y corazón nuevos, para ser capaces de auténticas relaciones fraternas, de amistad sincera, de convivencia armónica, de participación solidaria.

 Nos vemos urgidos junto con los actores y responsables de la vida nacional a colaborar para superar las causas de esta crisis. Se necesita un orden institucional, leyes y administración de justicia que generen confianza. Es indispensable la participación de la ciudadanía para el bien común. Sin el acompañamiento y la vigilancia por parte de la sociedad civil, el poder se queda en manos de pocos.

 Ante la situación que enfrentamos, los Obispos de México queremos unirnos a todos los habitantes de nuestra nación, en particular a aquellos que más sufren las consecuencias de la violencia, acompañándoles, en su dolor, a encontrar consuelo y a recuperar la esperanza.

 Jesucristo es nuestra paz. Él está presente en su Palabra, en la Eucaristía, en donde dos o más se reúnen en su nombre, en todo gesto de amor misericordioso y en el compromiso por construir la paz en la verdad y la justicia.

 Con esta certeza, redoblaremos nuestro compromiso de formar, animar y motivar a nuestras comunidades diocesanas para acompañar espiritual y solidariamente a las víctimas de la violencia en todo el país. A colaborar con los procesos de reconciliación y búsqueda de paz. A respaldar los esfuerzos de la sociedad y sus instituciones a favor de un auténtico Estado de Derecho en México. A seguir comunicando el Evangelio a las familias y acompañar a sus miembros para que se alejen de la violencia y sean escuelas de reconciliación y justicia.

 Agradecemos al Papa Francisco su cercanía y preocupación en estas circunstancias. Unidos a él, celebraremos el próximo 12 de diciembre la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, haciendo una jornada de oración por la paz. Le pediremos su intercesión por la conversión de todos los mexicanos, particularmente la de quienes provocan sufrimiento y muerte.

 Que Santa María de Guadalupe, Madre del verdadero Dios por quien se vive, que reclama a sus hijos desaparecidos y ruega por la paz en México, interceda por nosotros para que una oleada de amor nos haga capaces reconstruir la sociedad dañada.

 Por los obispos de México

+ José Francisco Cardenal Robles Ortega

+ Eugenio Lira Rugarcía

Arzobispo de Guadalajara y

Presidente de la CEM

Obispo Auxiliar de Puebla y

Secretario General de la CEM

Comisión Episcopal para la Pastoral de la Comunicación
Valparaíso No. 107 Col. Tepeyac Insurgentes
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Tel. 01 (55) 55776028
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Del 28 al 30 de noviembre, el Santo Padre ha realizado su sexto viaje internacional. Ecumenismo y diálogo interreligioso al centro de la visita




Ciudad del Vaticano, 30 de noviembre de 2014 (Zenit.org) Redacción | 59 hits




En la tarde de este domingo 30 de noviembre, el santo padre Francisco ha puesto fin a un breve pero intenso viaje de tres días a Turquía. A las 16.30 hora local ha llegado al aeropuerto de Ataturk en Estambul, donde con el saludo de las autoridades civiles y militares, del patriarca ecuménico Bartolomé I y miembros de la Conferencia Episcopal Turca, ha dado por finalizada la visita apostólica.




Maletín en mano, Francisco ha subido al avión --un A320 de Alitalia-- que ha despegado a las 17.00 con destino Roma.




Como ya es habitual en el pontificado de Francisco, durante el vuelo de regreso, dará una rueda de prensa a los periodistas que viajan con él en el avión. El aterrizaje está previsto a las 18.40 hora local, en el aeropuerto de Ciampino.




En el vuelo de regreso hacia Roma, como también es tradición, el sobrevolar Grecia, Albania e Italia, el Papa hace llegar a los respectivos jefes de Estado un telegrama de saludo.




De este forma finaliza el sexto viaje internacional del papa argentino. Su próximo destino fuera de Italia será del 12 al 15 de enero a Sri Lanka y del 15 al 19 a Filipinas.






(30 de noviembre de 2014) © Innovative Media Inc.





11/30/2014 12:12:00 p. m.
ESTAMBUL, 30 Nov. 14 (ACI).- A la salida de la Catedral del Espíritu Santo en esta importante ciudad turca en donde el Papa Francisco estuvo hasta hace unas horas, el Santo Padre también hizo gala de su buen humor y le hizo una sencilla broma futbolera al cónsul general de Brasil en Turquía.

"Me agarró la mano y no me soltaba", contó al diario argentino La Nación Mercedes Parodi, segunda en el consulado general argentino de Estambul que fue testigo de la broma del Papa al diplomático brasileño.


"Entonces, el cónsul de Brasil, que estaba detrás de mí, lo saludó diciéndole: ‘Su Santidad, soy el cónsul general de Brasil’, y el Papa le contestó: ‘mucho gusto. Dígame: ¿quién es mejor? ¿Maradona o Pelé?’", contó Parodi sorprendida por las espontáneas palabras del Santo Padre.


(VIDEO) Pelé y Maradona en el once ideal de Touré http://t.co/LbZWfF3exL pic.twitter.com/YQhhy2ytEi


— Ecuavisa (@ecuavisa) noviembre 25, 2014

No fue la única. Entre los argentinos presentes en la Misa, hubo otros que tuvieron momentos igual de inolvidables. Uno de ellos fue Juan José Arcuri, embajador argentino.


"Me presenté no sólo como embajador en el país, sino como ex alumno suyo y él se acordaba perfectamente", contó el jefe de la legación diplomática, que viajó especialmente desde Ankara para estar presente en la misa.


"Fui su alumno en El Salvador en 1966, cuando él, antes de ser ordenado cura, era maestrillo y enseñaba literatura española... Jugaba al fútbol con nosotros", evocó.


11/30/2014 11:21:00 a. m.
ROMA, 30 Nov. 14 (ACI).- Con una Misa presida por el Cardenal brasileño João Braz de Aviz en la Basílica de San Pedro, hoy se inició el Año de la Vida Consagrada convocado por el Papa Francisco y que durará hasta el 2 de febrero de 2016.

El Purpurado brasileño, Prefecto de la Congregación para los Institutos de la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica fue quien inauguró este Año de la Vida Consagrada debido al viaje que hizo este fin de semana el Papa a Turquía.


Sin embargo, el Papa Francisco envió hoy un mensaje a los religiosos y consagrados de todo el mundo para pedirles que contagien su alegría y sean valientes, al tiempo que los alentó a que “con la fuerza del Espíritu Santo que los acompaña, vayan por los caminos del mundo y mostrad la potencia innovadora del Evangelio (…) que puesta en práctica puede también hoy dar respuesta a todos los interrogantes del hombre”.


En ocasión del Año de la Vida Consagrada, el Pontífice también ha dispuesto conceder la indulgencia plenaria para todos los fieles, siguiendo las condiciones habituales: confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Santo Padre.


Las demás condiciones propias de esta disposición del Papa Francisco para obtener la indulgencia plenaria pueden verse en: https://www.aciprensa.com/noticias/papa-francisco-concede-indulgencia-plenaria-por-el-ano-de-la-vida-consagrada-70196/






Del 28 al 30 de noviembre, el Santo Padre ha realizado su sexto viaje internacional. Ecumenismo y diálogo interreligioso al centro de la visita




Ciudad del Vaticano, 30 de noviembre de 2014 (Zenit.org) Redacción | 1 hit




En la tarde de este domingo 30 de noviembre, el santo padre Francisco ha puesto fin a un breve pero intenso viaje de tres días a Turquía. A las 16.30 hora local ha llegado al aeropuerto de Ataturk en Estambul, donde con el saludo de las autoridades civiles y militares, del patriarca ecuménico Bartolomé I y miembros de la Conferencia Episcopal Turca, ha dado por finalizada la visita apostólica.




Maletín en mano, Francisco ha subido al avión --un A320 de Alitalia-- que ha despegado a las 17.00 con destino Roma.




Como ya es habitual en el pontificado de Francisco, durante el vuelo de regreso, dará una rueda de prensa a los periodistas que viajan con él en el avión. El aterrizaje está previsto a las 18.40 hora local, en el aeropuerto de Ciampino.




En el vuelo de regreso hacia Roma, como también es tradición, el sobrevolar Grecia, Albania e Italia, el Papa hace llegar a los respectivos jefes de Estado un telegrama de saludo.




De este forma finaliza el sexto viaje internacional del papa argentino. Su próximo destino fuera de Italia será del 12 al 15 de enero a Sri Lanka y del 15 al 19 a Filipinas.






(30 de noviembre de 2014) © Innovative Media Inc.





11/30/2014 09:37:00 a. m.

El Santo Padre, con ocasión del Año de la Vida Consagrada, concederá indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Santo Padre) a todos los miembros de las instituciones vida consagrada y a los demás fieles verdaderamente arrepentidos y movidos por un espíritu de caridad, a partir del primer domingo de Adviento de este año hasta el 2 de febrero 2016, día de clausura del Año de la vida consagrada. La indulgencia puede aplicarse también como sufragio por las almas del Purgatorio.

La indulgencia se obtendrá:


En Roma, cada vez que participen en las reuniones y celebraciones internacionales establecidas en el calendario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, y por un período de tiempo apropiado mediten con piedad, concluyendo con Padre nuestro, la Profesión de fe en cualquier forma legítima aprobada e invocaciones a la Virgen María.


En todas las Iglesias particulares, cada vez que en los días diocesanos dedicados a la vida consagrada y en las celebraciones diocesanas organizadas para el Año de la Vida Consagrada, visiten la catedral u otro lugar sagrado designado con el consentimiento del Ordinario del lugar, o una iglesia conventual o el oratorio dede un monasterio de clausura y recen públicamente allí la Liturgia de las Horas, o un período de tiempo apropiado meditarán con piedad concluyendo con Padre nuestro, la Profesión de fe en cualquier forma legítima aprobada e invocaciones a la Virgen María.


Los miembros de los Institutos de vida consagrada que, por enfermedad u otra causa grave no puedan visitar los lugares sagrados, podrán obtener la indulgencia plenaria si, con total desapego de cualquier pecado y con la intención de poder cumplir tan pronto como sea posible las tres condiciones habituales, efectuen la visita espiritual con profundo deseo y ofrezcan las enfermedades y molestias de su vida a Dios misericordioso a través de María misericordioso, añadiendo las oraciones más arriba indicadas.


Para facilitar el conseguimiento de la gracia divina por medio de la caridad pastoral, la Penitenciaría Apostólica, -que firma el decreto de indulgencia- pide a los canónigos, los miembros del capítulo, los sacerdotes de los Institutos de Vida Consagrada y a todos los que tienen la facultades de escuchar las confesiones que administren con frecuencia el sacramento de la Penitencia y la Sagrada Comunión a los enfermos.



11/30/2014 09:23:00 a. m.
ROMA, 30 Nov. 14 (ACI).- El Papa Francisco pidió hoy a los religiosos que “contagien vuestra alegría” y “sean valientes”, en un mensaje enviado al iniciarse hoy el Año de la Vida Consagrada que se celebrará hasta el 2 de febrero de 2016.

El Papa, que se encuentra en Turquía, envió un mensaje en el que afirma que “con la fuerza del Espíritu Santo que os acompaña, andad por los caminos del mundo y mostrad la potencia innovadora del Evangelio” que “puesta en práctica puede también hoy dar respuesta a todos los interrogantes del hombre”.


El texto fue leído en la Misa de inicio del Año de la Vida Consagrada, que en nombre del Papa Francisco ha celebrado el Cardenal brasileño João Braz de Aviz, Prefecto de la Consagración para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.


En el texto, el Pontífice expresa la “gran alegría” que alberga por el comienzo del Año de la Vida Consagrada.


“He querido sobre todo proponer a toda la Iglesia la belleza y la preciosidad de esta peculiar forma de seguir a Cristo, representada por todos vosotros que habéis decidido dejarlo todo para imita a Cristo”


El Santo Padre señala asimismo que “a través de una multiplicidad de iniciativas en los próximos meses en Roma como en cada parte del mundo, vuestro luminoso testimonio de vida será como una lámpara puesta sobre el candelero para dar luz y calor a todo el pueblo de Dios”.


Además, quiso “renovar” la invitación a todos los superiores generales a “despertad al mundo” y a “iluminar con vuestro testimonio profético y a contracorriente”.


Para ello el Papa indicó que se debe “vivir con alegría”, “mostrar a todos que seguir a Cristo y poner en práctica su Evangelio llena vuestro corazón de felicidad”.


11/30/2014 07:08:00 a. m.

“El mayor acto de caridad hoy es generar empleo, no sólo conservarlo”, dijo el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, José María Arancedo, al inaugurar este jueves 27 de noviembre el Foro de Convergencia Empresarial en la Universidad Católica Argentina.

Azorado por la gran cantidad de dirigencia que había en el auditorio del Salón Juan Pablo II, de la UCA, el arzobispo arrancó con un rotundo “estoy sorprendido de ver esta cantidad de dirigentes, no sabía que era un encuentro de tanta envergadura. La gente confía en ustedes y tiene esperanza en ustedes”.


En ese sentido, expresó que “no puede haber un camino sin dirigentes”, y alertó que “dirigente no es sólo el hombre de la coyuntura, sino el que genera expectativas”.


También advirtió que “el verdadero liderazgo supera la prepotencia del poder”, y que “la ejemplaridad viene de arriba, del que tiene algún tipo de responsabilidad”.


“La gente necesita de ustedes”, concluyó ante el aplauso de los presentes.


Artículo publicado por Valores Religiosos



11/30/2014 07:03:00 a. m.
ESTAMBUL, 30 Nov. 14 (ACI).- Antes de dirigirse a la Iglesia Patriarcal de San Jorge para participar en la Divina Liturgia, el Papa Francisco tuvo un encuentro privado con el Gran Rabino de Turquía, Isak Haleva, en la representación pontificia de Estambul.

La reunión tuvo lugar a las 9:00 horas, después de la Misa privada en la representación pontificia. Con este encuentro se completan los contactos que Francisco ha tenido con los líderes de otras religiones en Turquía, tal como ocurrió ayer con el Gran Mufti, Mehmet Gormez.


El Gran Rabino Haleva fue elegido en el 2002 y tiene el título de “Hahambashi”, que reúne el término turco “jefe”, con el hebreo “sabio”.


Según Radio Vaticana, en Turquía viven 25.000 judíos y es la segunda comunidad judía más grande en un país musulmán, después de Irán.


El Papa Francisco mantiene buenas relaciones con diversas comunidades judías, como por ejemplo la de Argentina, cuando se desempeñaba como Arzobispo de Buenos Aires.






El cardenal Braz de Aviz celebra la misa de inauguración del Año de la Vida Consagrada en la Basí­lica de San Pedro. El Papa envía un mensaje




Ciudad del Vaticano, 30 de noviembre de 2014 (Zenit.org) Rocío Lancho García | 0 hits




Este domingo, primer domingo de adviento, se ha celebrado en la Basílica Vaticana la apertura del Año de la Vida Consagrada. Ha sido el cardenal João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, quien en nombre del Santo Padre ha celebrado la misa de apertura.




Al inicio de la celebración eucarística, el purpurado ha leído un mensaje de parte del Papa, ausente por su viaje apostólico en Turquía.




En el texto, Francisco asegura que al convocar este año ha querido "reproponer a toda la Iglesia la belleza y la preciosidad de esta peculiar forma de sequela Christi, representada por todos vosotros que habéis decidido dejarlo todo para imitar a Cristo más de cerca mediante la profesión de los consejos evangélicos".




Y así, les renueva su llamada: "despertad al mundo, iluminadlo con vuestro testimonio profético y contracorriente".




Para seguir esta invitación el Papa les ha dado tres palabras programáticas.




"Ser alegres". Francisco les pide que muestren a todos que seguir a Cristo y poner en práctica su Evangelio les llena el corazón de felicidad. Por eso, les pide que contagien esta alegría a los que les rodean.




En segundo lugar, "ser valientes". De este modo, el Pontífice recuerda que quien se siente amado por el Señor sabe poner en Él plena confianza. "Con la fuerza del Espíritu Santo que os acompaña, id por los caminos del mundo y mostrad el poder innovador del Evangelio, que puesto en práctica, realiza también hoy maravillas y puede dar respuesta a todos los interrogantes del hombre", afirma el Santo Padre.




Y finalmente, "ser hombres y mujeres de comunión". Al respecto, el Papa recuerda que mostrar la fraternidad universal no es una utopía, sino el signo mismo de Jesús por toda la humanidad.




Por su parte, el cardenal Braz de Aviz, durante la homilía ha afirmado que iniciamos el Año de la vida consagrada "en el signo de la esperanza cristiana porque el Señor es fiel y, con su misericordia, transforma nuestras infidelidades". Quien espera en Él --ha observado-- no queda desilusionado.




Por otro lado, el purpurado ha precisado que cuanto más nos dejamos moldear por el Padre como arcilla en sus manos, es decir, más nos entregamos confiando en sus manos de Padre que nos ama; más caminaremos con seguridad y despiertos en el encuentro con Él cuando llegue. Esta actitud --ha afirmado-- podrá dar mucha profundidad al Año que ahora iniciamos.




Finalmente, el prefecto ha mencionado la Carta Apostólica "Testigos de la Alegría" que el Papa ha dedicado a los religiosos y religiosas al inicio del Año de la Vida Consagrada, y ha reflexionado sobre algunos puntos concretos.




Para finalizar, ha pedido "sentir nuestro este programa concreto trazado por el papa Francisco, que hace concretar nuestro camino del Año de la Vida Consagrada sobre las tres realidades centrales: Evangelio - Profecía - Esperanza.






(30 de noviembre de 2014) © Innovative Media Inc.








Ciudad del Vaticano, 30 de noviembre 2014(VIS).-A primera hora de la tarde de ayer el Papa Francisco se desplazó a la catedral latina del Espíritu Santo, abierta al culto en 1846 y en cuyo patio se encuentra una estatua de Benedicto XV, erigida por los turcos en 1919, todavía en vida del Papa, para agradecerle su compromiso en favor de la víctimas turcas de la Primera Guerra Mundial, que lleva la frase: ''Al gran Pontífice de la tragedia mundial, Benedicto XV, benefactor de los pueblos sin distinción de nacionalidad o religión, en señal de agradecimiento, el Oriente''. Durante su pontificado tuvieron lugar en el Imperio Otomano las masacres de cristianos armenios y Benedicto XV utilizó todos los medios de que disponía: la palabra, la ayuda humanitaria y la actividad diplomática.



El Papa Francisco celebró allí una misa de carácter inter-ritual con oraciones en armenio, turco, arameo (rito caldeo), sirio-turco, italiano, francés, inglés y español, en la que estuvieron presentes el Patriarca Ecuménico Bartolomé I; el Patriarca Siro Católico Ignacio III Youna, el Vicario patriarcal armenio apostólico de Estambul, arzobispo Aram Ateshian, el Metropolitano siro-ortodoxo de Estambul Filuksinos Yusf Cetin y otros representantes de varias confesiones evangélicas.



''En el Evangelio -explicó el Santo Padre en la homilía- Jesús se presenta al hombre sediento de salvación como la fuente a la que acudir, la roca de la que el Padre hace surgir ríos de agua viva para todos los que creen en él Con esta profecía, proclamada públicamente en Jerusalén, Jesús anuncia el don del Espíritu Santo que recibirán sus discípulos después de su glorificación, es decir, su muerte y resurrección El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. Él da la vida, suscita los diferentes carismas que enriquecen al Pueblo de Dios y, sobre todo, crea la unidad entre los creyentes: de muchos, hace un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo. Toda la vida y la misión de la Iglesia dependen del Espíritu Santo; él realiza todas las cosas''.



La misma profesión de fe, como nos recuerda san Pablo en la primera Lectura de hoy, ''sólo es posible porque es sugerida por el Espíritu Santo: ''Nadie puede decir: “¡Jesús es el Señor!”, sino por el Espíritu Santo'' Cuando rezamos, es porque el Espíritu Santo inspira en nosotros la oración en el corazón. Cuando rompemos el cerco de nuestro egoísmo, salimos de nosotros mismos y nos acercamos a los demás para encontrarlos, escucharlos, ayudarlos, es el Espíritu de Dios que nos ha impulsado. Cuando descubrimos en nosotros una extraña capacidad de perdonar, de amar a quien no nos quiere, es el Espíritu el que nos ha impregnado. Cuando vamos más allá de las palabras de conveniencia y nos dirigimos a los hermanos con esa ternura que hace arder el corazón, hemos sido sin duda tocados por el Espíritu Santo''.



''Es verdad -aseveró el Pontífice- el Espíritu Santo suscita los diferentes carismas en la Iglesia; en apariencia, esto parece crear desorden, pero en realidad, bajo su guía, es una inmensa riqueza, porque el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa uniformidad. Sólo el Espíritu Santo puede suscitar la diversidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, producir la unidad. Cuando somos nosotros quienes deseamos crear la diversidad, y nos encerramos en nuestros particularismos y exclusivismos, provocamos la división; y cuando queremos hacer la unidad según nuestros planes humanos, terminamos implantando la uniformidad y la homogeneidad. Por el contrario, si nos dejamos guiar por el Espíritu, la riqueza, la variedad, la diversidad nunca crean conflicto, porque él nos impulsa a vivir la variedad en la comunión de la Iglesia''.



Los diversos miembros y carismas ''tienen su principio armonizador en el Espíritu de Cristo, que el Padre ha enviado y sigue enviando, para edificar la unidad entre los creyentes. El Espíritu Santo hace la unidad de la Iglesia: unidad en la fe, unidad en la caridad, unidad en la cohesión interior. La Iglesia y las Iglesias están llamadas a dejarse guiar por el Espíritu Santo, adoptando una actitud de apertura, docilidad y obediencia.Es él el que armoniza la Iglesia. Me viene a la mente aquella bella palabra de san Basilio, el Grande: ''Ipse harmonia est'', él mismo es la armonía''.





''Es una visión de esperanza, pero al mismo tiempo fatigosa -constató Francisco- pues siempre tenemos la tentación de poner resistencia al Espíritu Santo, porque trastorna, porque remueve, hace caminar, impulsa a la Iglesia a seguir adelante. Y siempre es más fácil y cómodo instalarse en las propias posiciones estáticas e inamovibles. En realidad, la Iglesia se muestra fiel al Espíritu Santo en la medida en que no pretende regularlo ni domesticarlo. Y también la Iglesia se muestra fiel al Espíritu Santo cuando deja de lado la tentación de mirarse a sí misma.Y nosotros, los cristianos, nos convertimos en auténticos discípulos misioneros, capaces de interpelar las conciencias, si abandonamos un estilo defensivo para dejarnos conducir por el Espíritu. Él es frescura, fantasía, novedad''.



Así, nuestras defensas pueden manifestarse ''en una confianza excesiva en nuestras ideas, nuestras fuerzas – pero así se deriva hacia el pelagianismo –, o en una actitud de ambición y vanidad. Estos mecanismos de defensa nos impiden comprender verdaderamente a los demás y estar abiertos a un diálogo sincero con ellos. Pero la Iglesia que surge en Pentecostés recibe en custodia el fuego del Espíritu Santo, que no llena tanto la mente de ideas, sino que hace arder el corazón; es investida por el viento del Espíritu que no transmite un poder, sino que dispone para un servicio de amor, un lenguaje que todos pueden entender. En nuestro camino de fe y de vida fraterna, cuanto más nos dejemos guiar con humildad por el Espíritu del Señor, tanto mejor superaremos las incomprensiones, las divisiones y las controversias, y seremos signo creíble de unidad y de paz. Signo creíble de que Nuestro Señor ha resucitado, está vivo''.



El Papa abrazó ''con esta gozosa certeza'' a todos los participantes en la misa y expresó su reconocimiento por el ''gesto fraterno'' de los representantes protestantes que rezaron con los fieles católicos. También saludó al Patriarca Armenio Apostólico, Mesrob II, que no pudo asistir a la celebración.





''Hermanos y hermanas -finalizó- dirijámonos a la Virgen María, la Santa Madre de Dios. Junto a ella, que oraba en el cenáculo con los Apóstoles en espera de Pentecostés, roguemos al Señor para que envíe su Santo Espíritu a nuestros corazones y nos haga testigos de su Evangelio en todo el mundo''.




Ciudad del Vaticano, 30 de noviembre (VIS).-Después de celebrar la santa misa en la catedral del Espíritu Santo, Francisco se desplazó a media tarde a la sede del Patriarcado Ecuménico en el Phanar, el centro mundial de la Ortodoxia.



La Iglesia Ortodoxa cuenta con unos 300 millones de fieles, presentes sobre todo en Europa Oriental y septentrional, a lo largo de las costas del nordeste del Mediterráneo y en Oriente Medio. Consta de diversas Iglesias Patriarcales que mantiene su autonomía, si bien estén unidas entre sí en espíritu de fe. El Patriarcado Ecuménico es el ''primus inter pares'', con respecto a los otros patriarcados de la Ortodoxia y el primado de Constantinopla encarna canónicamente la la unidad de la Ortodoxia y coordina sus actividades. Su jurisdicción eclesiástica comprende, además de Estambul, cuatro diócesis turcas, el Monte Athos, Creta, Patmos y las islas del Dodecaneso y, como consecuencia de diversas emigraciones, diócesis en Europa Central y Occidental, en las Américas, en Pakistán y Japón. Por ultimo es el punto de referencia para los ortodoxos de todo el mundo en los territorios no sujetos a la jurisdicción directa de los otros patriarcados ortodoxos. Su sede estuvo durante siglos al lado de la catedral de Santa Sofía. Tras la caída de Constantinopla en el 1453, se trasladó y desde 1601 se encuentra en el barrio de Fanar. El Patriarca Ecuménico es Su Santidad Bartolomé I cuyo compromiso en favor de la cooperación inter-ortodoxa y del diálogo ecuménico es muy conocido, como lo es también su interés por la defensa del medio ambiente, hasta el punto de haberle valido el nombre de ''Patriarca verde''.



El Papa fue recibido por el Patriarca en la iglesia de San Jorge donde tuvo lugar una oración ecuménica en la que ambos rezaron por la unidad de las Santas Iglesias de Dios. Tras escuchar el discurso de Bartolomé I, tomó la palabra Francisco:



''El atardecer - dijo- trae siempre un doble sentimiento, el de gratitud por el día vivido y el de la ansiada confianza ante el caer de la noche. Esta tarde mí corazón está colmado de gratitud a Dios, que me ha concedido estar aquí para rezar junto con Vuestra Santidad y con esta Iglesia hermana, al término de una intensa jornada de visita apostólica; y, al mismo tiempo, mi corazón está a la espera del día que litúrgicamente hemos comenzado: la fiesta de San Andrés Apóstol, que es el Patrono y fundador de esta Iglesia. En esta oración vespertina, a través de las palabras del profeta Zacarías, el Señor nos ha dado una vez más el fundamento que está a la base de nuestro avanzar entre un hoy y un mañana, la roca firme sobre la que podemos mover juntos nuestros pasos con alegría y esperanza; este fundamento rocoso es la promesa del Señor: ''Aquí estoy yo para salvar a mi pueblo de Oriente a Occidente... en fidelidad y justicia''.



''Sí, venerado y querido Hermano Bartolomé, mientras expreso mi sentido ''gracias'' por su acogida fraterna, siento que nuestra alegría es más grande porque la fuente está más allá; no está en nosotros, no en nuestro compromiso y en nuestros esfuerzos, que también deben hacerse, sino en la común confianza en la fidelidad de Dios, que pone el fundamento para la reconstrucción de su templo que es la Iglesia. ''¡He aquí la semilla de la paz!''; ¡he aquí la semilla de la alegría! Esa paz y esa alegría que el mundo no puede dar, pero que el Señor Jesús ha prometido a sus discípulos, y se la ha entregado como Resucitado, en el poder del Espíritu Santo''.



''Andrés y Pedro han escuchado esta promesa, han recibido este don. Eran hermanos de sangre, pero el encuentro con Cristo los ha transformado en hermanos en la fe y en la caridad. Y en esta tarde gozosa, en esta vigilia de oración, quisiera decir sobre todo: hermanos en la esperanza. Y la esperanza no defrauda. Qué gracia, Santidad, poder ser hermanos en la esperanza del Señor Resucitado. Qué gracia – y qué responsabilidad – poder caminar juntos en esta esperanza, sostenidos por la intercesión de los santos hermanos, los Apóstoles Andrés y Pedro. Y saber que esta esperanza común no defrauda, porque no se funda en nosotros y nuestras pobres fuerzas, sino en la fidelidad de Dios''.



''Con esta esperanza gozosa, llena de gratitud y anhelante espera, expreso a Vuestra Santidad, a todos los presentes y a la Iglesia de Constantinopla mis mejores deseos, cordiales y fraternos, en la fiesta del santo Patrón. Y le pido un favor: Me bendiga y bendiga la Iglesia de Roma''.





Acabado el discurso, Francisco y Bartolomé I rezaron juntos el Padrenuestro en latín e impartieron la bendición, el Papa en latín y el Patriarca en griego y tras dejar la iglesia se retiraron al segundo piso del Fanar para departir en privado.

11/30/2014 05:10:00 a. m.
ESTAMBUL, 30 Nov. 14 (ACI).- Este domingo, en su última día de visita a Turquía, el Papa Francisco participó junto al Patriarca Ecuménico Bartolomé, en una Divina Liturgia, y al término dio un discurso donde abogó por la unidad de los cristianos, la cual -afirmó-, es exigida por los pobres, los jóvenes y las víctimas de los conflictos.

A continuación el discurso completo del Papa Francisco:


Como arzobispo de Buenos Aires, he participado muchas veces en la Divina Liturgia de las comunidades ortodoxas de aquella ciudad; pero encontrarme hoy en esta Iglesia Patriarcal de San Jorge para la celebración del santo Apóstol Andrés, el primero de los llamados, Patrón del Patriarcado Ecuménico y hermano de san Pedro, es realmente una gracia singular que el Señor me concede.


Encontrarnos, mirar el rostro el uno del otro, intercambiar el abrazo de paz, orar unos por otros, son dimensiones esenciales de ese camino hacia el restablecimiento de la plena comunión a la que tendemos. Todo esto precede y acompaña constantemente esa otra dimensión esencial de dicho camino, que es el diálogo teológico. Un verdadero diálogo es siempre un encuentro entre personas con un nombre, un rostro, una historia, y no sólo un intercambio de ideas.


Esto vale sobre todo para los cristianos, porque para nosotros la verdad es la persona de Jesucristo. El ejemplo de san Andrés que, junto con otro discípulo, aceptó la invitación del Divino Maestro: «Venid y veréis», y «se quedaron con él aquel día», nos muestra claramente que la vida cristiana es una experiencia personal, un encuentro transformador con Aquel que nos ama y que nos quiere salvar. También el anuncio cristiano se propaga gracias a personas que, enamoradas de Cristo, no pueden dejar de transmitir la alegría de ser amadas y salvadas. Una vez más, el ejemplo del Apóstol Andrés es esclarecedor. Él, después de seguir a Jesús hasta donde habitaba y haberse quedado con él, «encontró primero a su hermano Simón y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías" (que significa Cristo). Y lo llevó a Jesús». Por tanto, está claro que tampoco el diálogo entre cristianos puede sustraerse a esta lógica del encuentro personal.


Así pues, no es casualidad que el camino de la reconciliación y de paz entre católicos y ortodoxos haya sido de alguna manera inaugurado por un encuentro, por un abrazo entre nuestros venerados predecesores, el Patriarca Ecuménico Atenágoras y el Papa Pablo VI, hace cincuenta años en Jerusalén, un acontecimiento que Vuestra Santidad y yo hemos querido conmemorar encontrándonos de nuevo en la ciudad donde el Señor Jesucristo murió y resucitó.


Por una feliz coincidencia, esta visita tiene lugar unos días después de la celebración del quincuagésimo aniversario de la promulgación del Decreto del Concilio Vaticano II sobre la búsqueda de la unidad entre todos los cristianos, Unitatis redintegratio. Es un documento fundamental con el que se ha abierto un nuevo camino para el encuentro entre los católicos y los hermanos de otras Iglesias y Comunidades eclesiales.


Con aquel Decreto, la Iglesia Católica reconoce en particular que las Iglesias ortodoxas «tienen verdaderos sacramentos, y sobre todo, en virtud de la sucesión apostólica, el sacerdocio y la Eucaristía, con los que se unen aún con nosotros con vínculo estrechísimo». En consecuencia, se afirma que, para preservar fielmente la plenitud de la tradición cristiana, y para llevar a término la reconciliación de los cristianos de Oriente y de Occidente, es de suma importancia conservar y sostener el riquísimo patrimonio de las Iglesias de Oriente, no sólo por lo que se refiere a las tradiciones litúrgicas y espirituales, sino también a las disciplinas canónicas, sancionadas por los Santos Padres y los concilios, que regulan la vida de estas Iglesias.


Considero importante reiterar el respeto de este principio como condición esencial y recíproca para el restablecimiento de la plena comunión, que no significa ni sumisión del uno al otro, ni absorción, sino más bien la aceptación de todos los dones que Dios ha dado a cada uno, para manifestar a todo el mundo el gran misterio de la salvación llevada a cabo por Cristo, el Señor, por medio del Espíritu Santo. Quiero asegurar a cada uno de vosotros que, para alcanzar el anhelado objetivo de la plena unidad, la Iglesia Católica no pretende imponer ninguna exigencia, salvo la profesión de fe común, y que estamos dispuestos a buscar juntos, a la luz de la enseñanza de la Escritura y la experiencia del primer milenio, las modalidades con las que se garantice la necesaria unidad de la Iglesia en las actuales circunstancias: lo único que la Iglesia Católica desea, y que yo busco como Obispo de Roma, «la Iglesia que preside en la caridad», es la comunión con las Iglesias ortodoxas. Dicha comunión será siempre fruto del amor «que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que se nos ha dado», amor fraterno que muestra el lazo trascendente y espiritual que nos une como discípulos del Señor.


En el mundo de hoy se alzan con ímpetu voces que no podemos dejar de oír, y que piden a nuestras Iglesias vivir plenamente el ser discípulos del Señor Jesucristo.


La primera de estas voces es la de los pobres. En el mundo hay demasiadas mujeres y demasiados hombres que sufren por grave malnutrición, por el creciente desempleo, por el alto porcentaje de jóvenes sin trabajo y por el aumento de la exclusión social, que puede conducir a comportamientos delictivos e incluso al reclutamiento de terroristas. No podemos permanecer indiferentes ante las voces de estos hermanos y hermanas. Ellos no sólo nos piden que les demos ayuda material, necesaria en muchas circunstancias, sino, sobre todo, que les apoyemos para defender su propia dignidad de seres humanos, para que puedan encontrar las energías espirituales para recuperarse y volver a ser protagonistas de su historia. Nos piden también que luchemos, a la luz del Evangelio, contra las causas estructurales de la pobreza: la desigualdad, la falta de un trabajo digno, de tierra y de casa, la negación de los derechos sociales y laborales. Como cristianos, estamos llamados a vencer juntos a la globalización de la indiferencia, que hoy parece tener la supremacía, y a construir una nueva civilización del amor y de la solidaridad.


Una segunda voz que clama con vehemencia es la de las víctimas de los conflictos en muchas partes del mundo. Esta voz la oímos resonar muy bien desde aquí, porque algunos países vecinos están sufriendo una guerra atroz e inhumana. Turbar la paz de un pueblo, cometer o consentir cualquier tipo de violencia, especialmente sobre los más débiles e indefensos, es un grave pecado contra Dios, porque significa no respetar la imagen de Dios que hay en el hombre. La voz de las víctimas de los conflictos nos impulsa a avanzar diligentemente por el camino de reconciliación y comunión entre católicos y ortodoxos. Por lo demás, ¿cómo podemos anunciar de modo creíble el mensaje de paz que viene de Cristo, si entre nosotros continúa habiendo rivalidades y contiendas?


Una tercera voz que nos interpela es la de los jóvenes. Hoy, por desgracia, hay muchos jóvenes que viven sin esperanza, vencidos por la desconfianza y la resignación. Muchos jóvenes, además, influenciados por la cultura dominante, buscan la felicidad sólo en poseer bienes materiales y en la satisfacción de las emociones del momento. Las nuevas generaciones nunca podrán alcanzar la verdadera sabiduría y mantener viva la esperanza, si nosotros no somos capaces de valorar y transmitir el auténtico humanismo, que brota del Evangelio y la experiencia milenaria de la Iglesia. Son precisamente los jóvenes – pienso por ejemplo en la multitud de jóvenes ortodoxos, católicos y protestantes que se reúnen en los encuentros internacionales organizados por la Comunidad de Taizé – los que hoy nos instan a avanzar hacia la plena comunión. Y esto, no porque ignoren el significado de las diferencias que aún nos separan, sino porque saben ver más allá, son capaces de percibir lo esencial que ya nos une.


Santidad, estamos ya en el camino hacia la plena comunión y podemos vivir ya signos elocuentes de una unidad real, aunque todavía parcial. Esto nos reconforta y nos impulsa a proseguir por esta senda. Estamos seguros de que a lo largo de este camino contaremos con el apoyo de la intercesión del Apóstol Andrés y de su hermano Pedro, considerados por la tradición como fundadores de las Iglesias de Constantinopla y de Roma. Pidamos a Dios el gran don de la plena unidad y la capacidad de acogerlo en nuestras vidas. Y nunca olvidemos de rezar unos por otros.






Bartolomé y Francisco, como ya hicieron en Jerusalén, han firmado una Declaración conjunta




Ciudad del Vaticano, 30 de noviembre de 2014 (Zenit.org) Rocío Lancho García | 1 hit




Al finalizar la Celebración de la Divina Liturgia en la iglesia ortodoxa de san Jorge en Estambul, el patriarca Bartolomé y el papa Francisco se han asomado al balcón del patriarcado ecuménico y han bendecido contemporáneamente a los fieles que se encontraban en el patio. El Papa ha hecho la bendición en latín, el patriarca en griego. Después se han ido a la Sala del Trono para leer y firmar una Declaración Conjunta, tal y como hicieron en su encuentro en Jerusalén el pasado mes de mayo. De este modo han "reafirmado juntos nuestras comunes intenciones y preocupaciones".




Y así, expresan su sincera y firme intención "de intensificar nuestros esfuerzos por la promoción de la plena unidad entre todos los cristianos y sobre todo entre católicos y ortodoxos". Se puede leer en el texto que quieren "mantener el diálogo teológico promovido por la Comisión Mixta Internacional" que "está tratando actualmente las cuestiones más difíciles que han marcado la historia de nuestra división y que requieren un estudio atento y profundo".




Asimismo, manifiestan su preocupación "por la situación en Irak, en Siria y en todo Oriente Medios". Estamos unidos en el deseo --afirman-- de paz y de estabilidad y en la voluntad de promover la resolución de conflictos a través del diálogo y la reconciliación. Y a propósito hacen un llamamiento a los que tienen la responsabilidad del destino de los pueblos "par que intensifiquen su compromiso por las comunidades que sufren y les consienta, incluidas las cristianas, permanecer en su tierra natal". No podemos resignarnos a un Oriente Medio sin cristianos, afirman. Y hablan también de un "ecumenismo del sufrimiento".




La terrible situación de los cristianos en Oriente Medio no sólo requiere oración, sino la respuesta apropiada de la comunidad internacional, indican Bartolomé y Francisco.




Asimismo, reconocen también la importancia de la promoción de un diálogo constructivo con el Islam, "basado en el respeto y la amistad".




Por eso, "como líderes cristianos, exhortamos a todos los líderes religiosos a proseguir y reforzar el diálogo interreligioso y a cumplir todo esfuerzo para construir una cultura de paz y de solidaridad entre las personas entre los pueblos".




Finalmente, recuerda a todos los pueblos que sufren a causa de la guerra. En particular, "rezamos por la paz en Ucrania, país con una antigua tradición cristiana", y hacen un llamamiento a las partes implicadas en el conflicto para buscar el camino del diálogo y del respeto del derecho internacional para poner fina al conflicto.






(30 de noviembre de 2014) © Innovative Media Inc.





11/30/2014 04:55:00 a. m.
ESTAMBUL, 30 Nov. 14 (ACI).- Este domingo, en el último día de su visita a Turquía, el Papa Francisco participó en la Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo, junto al Patriarca Ecuménico, Bartolomé, quien en su discurso expresó su deseo de lograr la ansiada unidad de los cristianos y agradeció la labor desempeñada por el Santo Padre para alcanzar este objetivo común.

A continuación el discurso completo del Patriarca Bartolomé:


Santísimo y amado Hermano en Cristo, Francisco, Obispo de Roma,


Gloria y alabanza damos a nuestro Dios Trino que nos ha concedido la alegría inexpresable y el honor particular de la presencia personal de Vuestra Santidad, durante el festejo de este año de la memoria sagrada del fundador, a través de su predicación, de nuestra Iglesia, el Apóstol Andrés el Primer Llamado. Agradecemos cordialmente a Vuestra Santidad el precioso don de su bendita presencia entre nosotros, junto con su venerable Séquito. Con amor profundo y gran honor os abrazamos dirigiéndoos el cordial abrazo de la paz y del amor: "Gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo". "Porque nos apremia el amor de Cristo".


Todavía conservamos fresco en nuestro corazón el recuerdo de nuestro encuentro con Vuestra Santidad en la Tierra Santa en común peregrinaje piadoso al lugar donde nació, vivió, enseñó, padeció, resucitó y ascendió, allí donde estuvo antes, la Cabeza de nuestra fe, así como también el agradecido recuerdo del evento histórico del encuentro allí de nuestros inolvidables predecesores el Papa Pablo VI y el Patriarca Ecuménico Athenágoras. Aquel encuentro de ellos, hace ya cincuenta años, en la Santa Ciudad, cambió la dirección del curso de la historia; los paralelos y algunas veces enfrentados caminos de nuestras Iglesias se encontraron en la visión común del descubrimiento de la pérdida de su unidad, el amor congelado ha vuelto a inflamarse y fue acelerada nuestra voluntad de hacer todo lo que esté de nuestra parte para que de nuevo se edifique nuestra comunión en la misma fe y en el Cáliz común. Desde entonces se abrió la vía de Emmaús, vía probablemente larga y algunas veces escabrosa, pero sin retorno, invisiblemente caminando junto con nosotros el Señor, hasta que Él se nos revele "en el partir el pan".


Esta vía la han seguido desde entonces y la siguen todos los sucesores de estos inspirados jefes, instituyendo, bendiciendo y apoyando el diálogo de la caridad y de la verdad entre nuestras Iglesias para la elevación de los obstáculos acumulados por un milenio completo en las relaciones entre ellas, diálogo entre hermanos y no, como antiguamente, de adversarios, precisando con toda franqueza la palabra de la verdad, pero también respetándose recíprocamente como hermanos.


Dentro de este clima del camino común trazado por nuestros mencionados predecesores, os acogemos hoy también, Santísimo Hermano, como portador del amor del Apóstol Pedro a su hermano el Apóstol Andrés, el Primer Llamado, cuya memoria sagrada solemnemente celebramos hoy. Según costumbre sagrada, instituida y observada ya desde décadas por parte de las Iglesias de la Antigua y Nueva Roma, representaciones oficiales de ambas intercambian visitas durante la fiesta patronal de cada una de ellas, para que también a través este modo sea demostrada la hermandad carnal de los dos corifeos Apóstoles, que de común han conocido a Jesús y han creído en Él como Dios y Salvador. Esta común fe la han transmitido a las Iglesias que han fundado con su predicación y han santificado con su martirio. Esta fe han vivido y han dogmatizado los Padres comunes de nuestras Iglesias, reunidos desde oriente y occidente en Concilios Ecuménicos, heredándola en nuestras Iglesias como fundamento inquebrantable de nuestra unidad. Esta fe, que hemos conservado en común en el oriente y en el occidente por un milenio, somos llamados nuevamente a ponerla como base de nuestra unidad, de modo que "manteneos unánimes y concordes" avanzamos junto con Pablo adelante "olvidando lo que queda atrás y lanzando hacia lo que está por delante".


Porque en verdad, Santísimo Hermano, nuestra obligación no se limita en el pasado, sino que se extiende sobre todo y, especialmente en nuestros días, en el futuro. Porque, ¿para qué vale nuestra fidelidad al pasado, si esto nada significa para el futuro? ¿Qué utilidad tiene nuestro orgullo por todo que hemos recibido, si todo esto no se traduce en vida para el hombre y el mundo de hoy y del mañana? "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre", y su Iglesia viene llamada a tener su visión dirigida no tanto al ayer, sino al hoy y al mañana. La Iglesia existe por el mundo y por el hombre y no por sí misma.


Nuestra visión dirigida al hoy no puede evitar nuestra agonía también para el mañana. "Luchas por fuera, temores por dentro". Esta comprobación del Apóstol para su época, vale integra hoy también para nosotros. Porque, mientras todo el tiempo que nos ocupamos con nuestras contradicciones, el mundo vive el temor de la supervivencia, la agonía del mañana. ¿Cómo puede sobrevivir mañana una humanidad afligida hoy por muchas divisiones, conflictos y enemistades, muchas veces también en el nombre de Dios? ¿Cómo será repartida la riqueza de la tierra más justamente de modo que no viva mañana la humanidad una esclavitud más horrible, que jamás conoció antes? ¿Qué planeta encontrarán las próximas generaciones para habitar, si el hombre moderno con su avidez lo destruye cruel e irremediablemente?


Muchos ponen hoy sus esperanzas en la ciencia; otros en la política; otros en la tecnología. Pero ninguna de estas puede garantizar el futuro si el hombre no adopta la llamada de la reconciliación, del amor y de la justicia; la llamada de la aceptación del otro, del diferente, aún también del enemigo. La Iglesia de Cristo, que es la primera que ha enseñado y ha vivido esta predicación, debe aplicarla en primer lugar para sí misma "para que el mundo crea". He aquí el por qué urge como jamás en otro tiempo el camino hacia la unidad de los que invocan el nombre del gran Pacificador. He aquí el por qué la responsabilidad de nosotros los cristianos es grande frente a Dios, a la humanidad y a la historia.


Santidad,


En el todavía breve recorrido a la cabeza de vuestra Iglesia os habéis mostrado ya en la conciencia de nuestros contemporáneos como predicador del amor, de la paz y de la reconciliación. Predicáis con vuestras palabras, pero sobre todo y principalmente con vuestra simplicidad, humanidad y amor hacia todos, con los cuales ejercitáis vuestro alto ministerio. Inspiráis confianza en los desconfiados, esperanza en los desesperados, expectación en aquellos que esperan una Iglesia afectuosa para todos. Además ofrecéis a vuestros hermanos Ortodoxos la esperanza que en vuestros días el acercamiento de nuestras dos grandes y antiguas Iglesias se continuará basándose sobre los firmes fundamentos de nuestra común tradición, la cual desde siempre observada y reconocía dentro de la estructura de la Iglesia un primado de amor, honor y servicio en el ámbito de la sinodalidad, de modo que "con una boca y un corazón" viene confesado Dios Trino y derramado Su amor por el mundo.


Santidad,


La Iglesia de la Ciudad de Constantino que por primera vez os acoge hoy con mucho amor y honor, como también con profundo reconocimiento, lleva en sus hombros una pesada herencia, como también una responsabilidad tanto para el presente como para el futuro. En esta Iglesia la Divina Providencia ha puesto, a través del orden instituido por parte de los sagrados Concilios Ecuménicos, la responsabilidad de la coordinación y de la expresión del consenso de las Santísimas Iglesias Ortodoxas locales. Dentro de esta responsabilidad trabajamos ya intensamente para la preparación del Santo y Gran Concilio de la Iglesia Ortodoxa, que se decidió fuera convocado aquí, con la benevolencia de Dios, dentro el año 2016. Las comisiones responsables trabajan ya febrilmente para la preparación de este gran evento en la historia de la Iglesia Ortodoxa, por el éxito del cual pedimos también vuestras oraciones. Desgraciadamente, la comunión eucarística entre nuestras Iglesias, rota desde hace mil años, no permite todavía la constitución de un común Gran y Ecuménico Concilio. Rezamos que una vez restablecida la plena comunión entre ellas no tarde en resurgir también este gran e ilustre día. Hasta aquel bendito día, la participación de cada una de nuestras Iglesias en la vida sinodal de la otra será mostrada con el envío de observadores, como ya sucede, por medio de vuestra gentil invitación, durante los Sínodos de vuestra Iglesia, y como, esperamos, que sucederá también durante la realización, con la ayuda de Dios, del nuestro Santo y Gran Concilio.


Santidad,


Los problemas que la coincidencia histórica levanta hoy frente a nuestras Iglesias nos imponen que superaremos el girar en torno nosotros mismos, para afrontarlos con la más estrecha colaboración posible. Los modernos perseguidores de los cristianos no preguntan a qué Iglesia pertenecen sus víctimas. La unidad, por la cual nos comprometemos, se realiza ya en algunas regiones, desgraciadamente, a través del matririo. Tendamos en común la mano al hombre moderno, la mano del único que puede salvarlo a través Su Cruz y Su Resurrección.


Con estos pensamientos y sentimientos expresamos también ahora la alegría por la presencia entre nosotros de Vuestra Santidad, agradeciéndola y rezando al Señor que por las intercesiones del celebrado hoy, el Apóstol Primer Llamado y de su hermano en carne Pedro Protocorifeo, proteja Su Iglesia y la conduzca al cumplimiento de Su santa voluntad.


¡Bienvenido entre nosotros, muy querido Hermano!


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