El Obispo de Estambul, Mons. Fray Rubén Tierra Blanca González OFM, al centro, ordenó presbítero
a Fray Alonso Hernández Parra OFM -a la izquierda del obispo franciscano-, en el Templo de San Francisco. En la imagen,
El Ministro Provincial,  Fray Flavio Chávez García OFM, a la derecha del Obispo, así como otros hermanos frailes.
 Eugenio Amézquita Velasco

Conocemos los escándalos que se provocan cuando un ministro de la Iglesia, un sacerdote, abusa de su autoridad cayendo en el clericalismo que no permite la participación sana de los miembros del cuerpo de Cristo. Los escándalos en la iglesia han hecho de nuestro ministerio sacerdotal un trabajo puesto en tela de juicio, incomprendido y hasta riesgoso, peligroso. Por eso, la oración de todos los fieles y la Iglesia el día de hoy es urgente e indispensable, señaló el Obispo de Estambul, Fray Rubén Tierrablanca González OFM, durante la ordenación presbiteral de Fray Alonso Hernández Parra OFM, en el Templo de San Francisco.



El obispo, oriundo de Cortazar y cuya grey se encuentra donde Europa y Asia limitan, dijo en su homilía que en medio de la fraternidad provincial, con ustedes hago recuerdo del entonces seminario Pio Mariano de Celaya que me recibió para comenzar mi camino franciscano que ahora cuenta ya con varias décadas. Con ustedes, le doy gracias al Padre Celestial y lo que sigue realizando en nosotros y a través de nosotros en beneficio de su Iglesia y de toda la humanidad.

Expresó que hoy nos encontramos convocados en esta asamblea litúrgica a la que el ministro provincial –Fray Flavio Chávez García OFM- nos ha invitado para orar y agradecer la intercesión y protección de nuestros ilustres santos patronos, San Pedro y San Pablo, columnas de la Iglesia de Cristo, que nos han dejado la herencia de Cristo, testimoniándolo con su vida, en su Iglesia de Roma. Sabemos que por motivos pastorales se ha adelantado la fiesta y podemos manifestar así la fraternidad, y aquí en la liturgia como Iglesia, en torno de la Eucaristía, origen, centro y culmen de la vida cristiana.

El Sagrado Corazón de Jesús

Por providencia de Dios, toda la Iglesia celebra la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, fiesta patronal de esta diócesis y siempre celebrada con grande cariño por el pueblo. Hablar del corazón es tocar fibras sensibles del ser humano y las entrañas de Jesús que se conmovía por el leproso, ante la muerte de su amigo Lázaro, ante Jerusalén a quien quiso reunir como una gallina a sus polluelos y no lo aceptaron. Es el mismo corazón abierto para escuchar a los hijos e hijas de Dios que confían en Él y que comunica lo que su Padre dice: ser misericordiosos, apuntó el obispo.



En el Corazón de Jesús, la Iglesia invita a todos a orar hoy por la santificación de los sacerdotes. Por vocación, todos los creyentes en Cristo estamos llamados a la santidad pero quien dedica su vida para santificar a sus hermanos tendrá que garantizar un testimonio de santidad en toda su vida y su servicio. Quienes hemos recibido y participamos del sacerdocio de Cristo, Sumo y Eterno sacerdote, somos depositarios de la obra de salvación. Administrador de la gracia. En ningún momento nos podemos eximir de la consagración, no existen sacerdotes “part time”, no es máquina de sacramentos que la desconectan cuando se acaba la ceremonia, expresó Mons. Tierrablanca González OFM.

El sacerdocio no se consigue en el mercado

Cuando la misa ha terminado, es cuando comienza más abiertamente el testimonio de vida en medio del mundo. Una realidad oscura que hemos de iluminar con la luz de Cristo, es la situación que actualmente vive la Iglesia en su ministerio y protección de la vida y especialmente de los menores y de los adultos vulnerables. Me refiero a la dimensión humana y pecadora de la Iglesia, subrayó.

Hermanos, dijo,  oren por la santificación de sus sacerdotes. Dirigiéndose al ahora neo sacerdote Fray Alonso Hernández Parra OFM, le expresó que éste es el marco litúrgico y eclesial que nuestra Provincia y la Iglesia del Siglo XXI te presenta para que pidas y te comprometas a servir a Dios como presbítero de la Iglesia Católica por toda la vida. Tienes el resto de vida para hacer fructificar estas gracias. Aprende a dar gracias a Dios cada día por haber sido llamado y enviado, discípulo y misionero de la alegría del Evangelio. A participar en el sacerdocio de Jesucristo, El sacerdocio no se consigue en el mercado, señaló.

No es el resultado ni el diploma de estudios filosóficos o teológicos. El sacerdocio, no es la suma de tus capacidades y deseos de triunfar en la vida ni te servirá para alcanzar fama o posición reconocida en la sociedad. Todo esto podrías encontrar pero no debes olvidar que el sacerdocio es un don gratuito, otorgado recibido y transmitido por amor y alegría. Nuestros patrones nos dan las mejores recomendaciones, expresó.

No quieran dominar a los que les han sido encomendados: Obispo de Estambul

San Pedro nos dice, exhortó a los presbíteros señalando que “siendo yo presbítero y testigo de los sufrimientos de Cristo y copartícipe de la gloria revelada, apacienten el rebaño de Dios que les ha sido confiado, velen por el espontáneamente como lo quiere Dios, no por interés mezquino, no pretendiendo dominar a los que les han sido encomendados, sino ejemplo para el rebaño, y cuando llegue el jefe de los pastores recibirán la corona imperecedera de la Gloria”, recalcó.

San Pablo, expresó, nos recuerda que “Dios ama a quien da con alegría”. Por otra parte, recuerda hermano Alonso, manifestó, que los dones de Dios no se hacen fructificar individualmente, los que estamos aquí no sólo vinimos para sacar fotos o por tu invitación; todos los que estamos aquí, sacerdotes fieles, religiosos y religiosas somos testigos de tu ordenación presbiteral y asumimos en este día, como Iglesia, la responsabilidad de acompañarte y colaborar contigo y tú con nosotros, indicó.

De otro modo no tendría sentido una ceremonia pública. Cristo te recibe y la Iglesia lo hace también. Las moniciones, las oraciones y los gestos simbólicos del rito de oración nos harán comprender que tan grande es el don que recibes y la responsabilidad eclesial para cumplirlo.
Los invito a unirse a esta acción litúrgica en este rito de ordenación sacerdotal. Ahora todos somos invitados a poneros delante de Dios y a hacer oración, unidos como Iglesia.