por el Hermano Asno OFS

Este 11 de noviembre es la fiesta de San Martín de Tours o de San Martín Caballero, como la gente lo conoce. Esto ha obligado al Sr. Cura a tenerme listo para la cabalgata que año con año se hace a San Martín de terreros, una comunidad que cuenta con un templo con más de 50 años de haberse construido.
Claro que ir en esa cabalgata junto a cerca de 3,000 caballos, como que me pone aprietos, pero no me dejo intimidar, ya que precisamente a quien llevo en ancas es el párroco de mi pueblo, El Burral.

le escuché al padre Primitivco Rayas González, rector del Seminario Diocesano de Celaya quién es San Martín Caballaro. “Nació en Panonia, hacia el año 316, de padres paganos. Habiendo recibido el bautismo y renunciado a la milicia, fundó un monasterio en Ligugé (Francia), donde practicó la vida monástica bajo la dirección de san Hilario. Más tarde, fue ordenado sacerdote y elegido obispo de Tours.

Fue un modelo de buen pastor y fundó otros monasterios, trabajó en la formación del clero y evangelizó a los pobres. Murió el año 397.

El hecho más famoso de su vida, dijo el padre, es aquel en que “siendo un joven militar en Amiens (Francia), un día de invierno muy frío se encontró por el camino con un pobre hombre que sufría por su poca ropa”.

Martín, como no llevaba nada más para regalarle, sacó la espada y dividió en dos partes su capa, y le dió la mitad. Esa noche vio en sueños que Jesucristo. Se le presentaba vestido con la media capa que él había regalado al pobre y oyó que le decía: “Martín, hoy me cubriste con tu capa”.

Por la intercesión de San Martín recordemos que todo favor hecho al prójimo lo hacemos a Jesucristo, agregó el sacerdote diocesano.

En mis burriles reflexiones, me emociona esta festividad. La gente va a pie desde diferentes lugares, caminando a la orilla de la carretera o en los senderos que conducen por el campo hasta el templo de San Martín de Terreros.

 Al llegar al campo, se observa un pequeña comunidad, pero que en el día de la fiesta se transfoma en una gran ciudad. Ya aprovecharé para acudir con el padre a confesarme, a arrepentirme de tantas burradas cometidas y que en medio de mi jumentud, me enseñe a ser más caritativo y misericordioso.