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P. Jaime Zavala Zavala, msp.

Felipe, un niño de ocho años, se ha acostumbrado a comer a cualquier hora del día y lo que él desea. Sin que él lo sepa –y mucho menos sus papás-, este infante ya es un adicto a su forma de comer tan indisciplinada. En el futuro, le será difícil abstenerse  de consumir lo que  a él le gusta. Cuando sea adulto no va a tener  el control de sus pasiones. 

Entonces, ¿Qué son las adiciones? Según Gerald May <<toda adicción, es cualquier conducta compulsiva, habitual, que limita la libertad del deseo humano… todos somos adictos… las adicciones al alcohol y a las drogas son simplemente más obvias y más trágicas que las que tienen algunas otras personas. Estar vivo es ser adicto, y estar vivo y ser adicto es tener necesidad de la gracias>>.

May señala que las adiciones se clasifican en: adiciones de <<atracción>> en el que se busca aprobación y buscar lo agradable; y adiciones de <<aversión>>, por ejemplo, evitar conflictos y la misma ira. Entre las cosas que pueden generar adicción están: la televisión, internet, ir al cine, lectura, música, golosinas, comidas, dormir demasiado, droga, alcohol, dinero, sexo desenfrenado, etc. 

Por tanto, un adicto no tiene libertad, no tiene dominio de si mismo, actua movido por instinto o mediante el inconsciente. No está educado para desprenderse de las cosas. Su alma está vacía que parece ser un fantasma. Vive, pero sin sentido de la vida. De modo que una adicción refleja un medio para escapar de la realidad dolosa en la que vive; busca llenar un vacío interno y <<sentirse bien>>.

La solución para dejar las adicciones no solo es la prohibición, ni el estar en lugares de rehabilitación. Esto seria como buscar  una sanación mágica. Lo que se necesita  es arrancar este mal de raíz: hay que formar educar desde la infancia. Y si ahora en la juventud, se tiene ese conflicto, lo mejor  es sanar heridas internas que atormentan al hombre. Por ejemplo, si alguien es adicto a la Tv, es posible que tenga miedo a la soledad y a encontrarse consigo mismo, o bien, que sea una manera de distraerse para hacer lo que le corresponde; o podría ser una falsa percepción, pues no sabe distinguir entre la realidad y la fantasía. Por eso, cuando se le prohíbe ver al Tv, es como un <<león enjaulado>>; y preferiría, incluso, no comer con tal de ver lo que le complace.

Así que, cuando existe dependencia de alguna cosa, es señal de adicción. Algunos de sus síntomas son: no interesarse por salir o pasar tiempo con la familia, aislarse de todos con el afán de hacer lo que le agrada, disgusto exagerado cuando algo interfiere en su adicción, entre otros.

Por tanto, es preciso que toda persona que se sabe dependiente de alguna cosa o persona, revise su vida interior y su pasado, pues ahí podrá encontrar el porqué de su afán o apego desmedido y, una vez que ha reconocido su adicción, se encuentre en condiciones para pedir la ayuda necesaria. La oración, los sacramentos, la lectura de la Palabra de Dios y una adecuada orientación espiritual, serán medios eficaces para superar este problema y comenzar aser la persona feliz y libre que Dios quiere que sea.

El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1, 27), y si Él no es posible alcanzar la felicidad del corazón. Mas, cuando llega la conversión y se acepta al señor en la propia vida, todo es posible.

De: Inquietud Nueva  septiembre-octubre 2014 N°179.
Capturado por: Hermano Sergio Alberto Santiago Vargas.
Grupo: CERS. 
Parroquia María Auxiliadora Diócesis de Tuxpan, Veracruz.


José Ernesto Hernández R., msp.

Uno de los problemas al que se enfrentan los devotos a la mal llamada <<santa muerte>>, una vez que saben que su culto es satánico en esencia, y que, por tanto, desagrada a Dios, es el miedo a dejarlo. Los mismos brujos o curanderos -como suelen llamarse- se encargan de llenar a los <<devoto>> de falsas ideas que mantienen a las personas sometidas u obligadas a permanecer en dicho culto. Más, ¿acaso no es esto una contradicción? Si es <<buena>> como dicen, ¿Por qué tener miedo?

Las ideas al respecto son muy variadas, por ejemplo: <<si dejo el culto, la “niña blanca” se va a vengar llevándose a alguno de mis familiares o a alguno de mis hijos>>, <<no puedo tirar la imagen que tengo en la casa porque luego aparecerá otra más grande, siempre me perseguirá>>, <<si dejo de ponerle manzanas y veladoras ya no me va a rendir el dinero>>… Así, existen personas que están convencidas de que una vez que han participado del culto o veneración a la <<niña blanca>> es imposible dejarlo.

La muerte, en primer lugar, no existe como persona, sino que solo es un estado, como el nacimiento de alguien o el celebrar un cumpleaños. Dice san pablo: <<porque no estamos luchando con poderes humanos, sino con malignas fuerzas espirituales, que tienen mando, autoridad y dominio sobre el mundo de tinieblas que nos rodea>> (Ef 6, 12), por lo tanto, se requiere compromiso y decisión en quien quiere abandonar de manera definitiva la devoción, o dejar de <<trabajar>> con la muerte en el caso de los <<curanderos>>. Se trata de una verdadera conversión de vida no de un sentimentalismo momentáneo.

Lo primero que se debe hacer es una renuncia  fuerte y decidida de esta práctica, mediante el sacramento de la Reconciliación, pues su finalidad <<es la de participar la vida divina>> (CEC No. 1131) como los otros Sacramento, que son gracia y fortaleza  de Dios que nos asisten  en nuestra vida diaria. Luego, es necesaria una profesión de fe en cristo Jesús, como único y absoluto vencedor de la muerte, y el Señor de la propia vida. Esto se debe hacer en la iglesia y, de preferencia, ante Jesús Sacramentado. Además, se debe invocar la presencia virginal de María, madre de Dios; así como la intercesión de los santos.

El segundo paso será destruir todo lo relacionado con el culto -nunca con una actitud retadora, sino como confianza en Dios- imágenes, amarres, amuletos, tirar lociones, fragancias, fetiches de las puertas, será importante destruir todo, y no sólo tirarlo sino destruirlo literalmente, para evitar el riesgo de que alguien vuelva a recogerlos. En el caso de imágenes o artículos hechos en algún metal precioso como oro o plata, se manda a fundir y a elaborar alguna otra imagen de preferencia  de algún santo. Mientras se estén destruyendo los objetos es conveniente rezar el rosario, o alguna oración que se sepa. Si es posible, invítese al sacerdote para que bendiga la casa.

Es importante saber que esto no es magia, ni tiene nada que ver con un exorcismo, solo se trata  de una renuncia al mal y de un acto voluntario de fe y cambio de vida, así como la aceptación de Jesucristo. Será necesario frecuentar los sacramentos, y a Eucaristía al menos los domingos, así como la lectura y meditación de la palabra de Dios pues <<la palabra de Dios es la espada que les da el Espíritu santo>> (cf. Ef 6, 17). Nunca debe predominar el miedo pues el evangelio, que es cristo mismo, es <<poder de Dios para todos los que creen, alcancen la salvación>> (cf. Rm 1, 16).

De: Inquietud Nueva  septiembre-octubre 2014 N°179.
Capturado por: Hermano Sergio Alberto Santiago Vargas.
Grupo: CERS.
Parroquia María Auxiliadora Diócesis de Tuxpan, Veracruz.


Alejandro Ledesma Solórzano

Más que juzgar  a quien comete aborto, se debe dar el apoyo necesario para que la mujer comprenda y sane su dolor. El aborto, además de ser lamentable y doloroso en todo sentido, es un acto reprobable del ser humano. No hay situación que justifique esta acción: ni por evitar o posponer la maternidad, por condiciones socioeconómicas, problemas en la relación, violación o simple ignorancia, ¡no la hay!, puesto que abortar, simplemente y concretamente es asesinar.

Las cifras reportan miles de casos de madres que optan por privar de la vida al hijo que llevan en las entrañas, pero, ¿Qué se puede hacer después de cometer un aborto? De acuerdo con María del Carmen Aguilar padilla, especialista en temas de rehabilitación post-aborto e impartidora de terapia psicológica; existe un motivo importante que responde al dolor después del aborto:

<<El dolor surge porque la maternidad y el perpetuarse a través  de sus hijos es inherente  a la mujer. Es un deseo muy íntimo que se guarda en el corazón de cada mujer y viene fuertemente impreso en el alma>> (¡Abortaste! Al rescate de ti misma).

Esta especialista indica que es importante distinguir los dos tipos de aborto: <<el espontaneo o involuntario  que sucede ya sea por causas naturales o por un accidente, y el provocado intencionalmente, [es decir], el que por voluntad propia se recurre a ciertos medicamentos para expulsar al bebé del vientre materno>>.

Por su parte, Aguilar padilla quien es vicepresidente del instituto para la Rehabilitación de la mujer y de la familia A.C. (IRMA), preciso que las consecuencias de un aborto son graves y complejas: <<por un momento creíste haber escapado de un problema, pero la realidad es que ahora estas más hundida que nunca, tu problema es grande. Te has quedado vacía y a oscuras, cambiaste una historia de vida por una de muerte; nadie te acompaña en tu duelo, te has quedado muy sola y con una herida muy profunda>>.

Respecto al síndrome postaborto, estudios arrojan que este suele aparecer tardíamente, pasados meses e incluso varios años desde que el aborto fue ocasionado. Las manifestaciones  más frecuentes van  desde depresión, ansiedad, rabia, vergüenza, hasta el rechazo de sí misma y un gran sentimiento de culpa. Además, se ha comprobado que si la mujer padecía algún trastorno mental previo o bien tenía una cierta predisposición a padecerlo, el aborto suele agravarlo o desencadenarlo. 

Por otro lado, vidahumana. Org recomienda seis paso hacia la sanación posterior del aborto, pues es necesario admitir ante Dios su participación, ya sea por acción u omisión, en esta muerte, recordando que Dios todo lo perdona. Se sugiere hablar con un sacerdote y confesarse. Si necesita ayuda adicional, hay que dirigirse a un psicológico creyente.

  • Darle un nombre a su hijo y visualizarlo en los brazos de Dios padre. Decirle lo mucho que lo ama y lo arrepentida que esta por lo sucedido. Esto le ayudara a reconciliarse con el (o ella) y consigo misma.
  • Pedirle perdón a la madre del niño (si se le obligo o inclino hacia el aborto). Si la decisión fue solo de ella, perdonarla.
  • Perdonar también a todas las demás personas que estuvieron involucradas en el aborto,  de una manera u otra.
  • Si es posible, realizar algún tipo de labor voluntaria por-vida, que ayude a preparar  el error cometido. Unas palabras para concientizar pueden salvar la vida de un pequeño.
  • Continuar orando y recordar que buscando la felicidad de los demás se obtiene la propia.


De: Inquietud Nueva  enero_febrero 2014 N°175
Capturado por: Hermano Sergio Alberto Santiago Vargas 
Grupo: CERS  
Parroquia María Auxiliadora Diócesis de Tuxpan, Veracruz



P. Demetrio Vargas Gómez, msp.

La primera Exhortación apostólica del papa francisco exige una reflexión a fondo e, iluminados por ella, programar nuevos propósitos que puedan concretarse en este año que comienza. 

Sin duda una de las cosas más desesperantes para todos es la falta de alegría, hecho que se hace notar de muchas maneras. La falta de alegría no estresa, nos hace más vulnerables y le roba el sentido a muchas cosas que vivimos. En el afán de encontrar  la alegría, se cae en situaciones  que parecen ser portadoras de ella, pero que, en realidad, solo aumenta la soledad y alejan a las personas de otras. Tal es el caso de quien se emborracha para estar “contento” o se va a las fiestas para pasar un rato de “alegría”. Al final, el vacío interior sigue presente y no solo eso, si no aumenta la soledad y la desesperación.

El mundo –advierte el papa-, siempre presentara al hombre su protesta  engañosa para hacerlo feliz. Y en la aceptación de  esa propuesta, el ser humano gasta sus fuerzas para lograr metas y ambiciones, a las que a veces califica de sanas. El hombre se la pasa trabajando para conseguir lo que supuestamente le hará feliz pero al mismo tiempo desea deshacerse de los medios que utiliza para alcanzar tal fin. Todo lo realiza para tener con que satisfacer su necesidad de felicidad, pero nunca la alcanza, termina solo y decepcionado, quejándose de los que el estorban para lograr sus propósitos. Ese mundo de contradicciones que no deja al hombre ser feliz necesita de una iluminación diferente. Iluminación nueva y, a la vez, tan antigua como el cristianismo mismo.

El papa, invita a buscar la verdadera alegría, aquella que brota no del tener, sino de un encuentro personal con Jesucristo. Hoy se presume por donde quiera un cristiano que se pueda manipular, incluso no faltan los que misionan enseñando una doctrina que “medio aprendieron” y, aunque esta no es del todo despreciable, pronto se convierte en una carga imposible de seguir llevando. Se trabaja, sí, pero más como una “cara sufriente”, obligados a “cargar con una cruz”, que como verdaderos discípulos de Jesucristo.

No se puede vivir en la verdadera alegría trasmitiendo sólo la doctrina; ni cuando se siguen al pie  de la letra planes pastorales, sino que es necesario hacer una experiencia  de encuentro  personal con Jesús, pues lo que se trasmite es más que una doctrina, es la experiencia que se hace con el hijo de Dios, experiencia de encuentro y convivencia con  Él. Es a eso a lo que se llama “ser testigos”.

Se trata de trasmitir lo que se vive con Jesús, y esta es la fuente de la auténtica alegría. Pero no una alegría aparente, sino la de alguien que ha percibido  y aceptado su amor, el  cual lo impulsa a llevarlo a los demás. No puede ser que alguien triste, enojado, irresponsable, flojo, poco amable o poco servicial enseñe algo sobre Dios, pues no se puede hablar de lo que no se conoce. Cuando estas expresiones se dan, constituyen una prueba de que sólo se está trasmitiendo  una doctrina vacía y no una vivencia real

De: Inquietud Nueva  enero_febrero 2014 N°175
Capturado por: Hermano Sergio Alberto Santiago Vargas
Grupo: CERS
Parroquia María Auxiliadora Diócesis de Tuxpan, Veracruz


P. Daniel Escobar Gutiérrez, msp.
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Es alarmante y triste que se anuncia que actualmente 267 mil menores de edad viven en <<unión libre>> o en una situación vulnerable  en la ciudad. El 6% de las niñas de 12 a 17 años ya no son solteras, algunas por imprudencia. A temprana edad, tanto ella como él, han decidido juntarse y tomar responsabilidades sin estar preparados para ellas. Si esto ocurre en una ciudad, que será  en las  que se han hecho una estadística seria. ¿Por qué  dejar que los jóvenes se pongan cargas pesadas a sabiendas de que no funcionaran, en su mayoría, esas uniones?

La unión entre un hombre y una mujer es seria porque está en juego sus propias personas y su futuro y, si hay hijos, la situación es más delicada: Serán hijos si una familia  estable, serán una pareja  que se deje llevar por el azar del destino, se quedaran al aire los compromisos que adquirieron sin no funciona lo que planearon. Esta unión tiene muchos puntos débiles, que hay que tener presentes.

No hay vínculos serios.- Cuando dos personas contraen matrimonio dicen <<si>>, para siempre. Esto tiene un peso enorme que compromete sueños, ilusiones…, el construir la felicidad y realizarse con personas. Si al frase << quiero casarme contigo>>, no es para siempre, no vale lo que se puede decir a una persona que se pretende amar. Por otro lado, se dejan los mejores años de la vida a merced del azar. En cualquier momento se podría decir: <<no funciono>>, y cada quien seguirá su camino.

No hay compromiso.- Si no hay el peso de un <<si>> y de un vínculo que lo determine, se es presa fácil de que en cualquier  momento se dé el abandono, sui más. Lo peor es muchos casos es de que se desmorona todo, que dando en ruinas, y dejando lamentables consecuencias, de las que posiblemente nunca se levante ella o él o queden sumamente afectados los hijos, si los hubo.
En muchos casos, solo se mueven  por lo genital.- El matrimonio es un complejo de situaciones personales, culturales, de proyectos y de aspectos sumamente esenciales; por lo tanto, si se reduce al acto genital quedaría tan debilitado el matrimonio que se pensaría que para estar juntos el único motivo que hay es que se debe funcionar genitalmente si así se actúa  se está minusvalorando a las persona, porque esta se ve reducida a un simple objeto.

No es decisión estable.- Un arreglo no es decisión, sino que es facilitar la separación, pues no hay autoridad que controle, ningún vínculo religioso  que los una. Hay que sostener que  casarse hace a la pareja más estable. Algunas estadísticas muestran que el hombre es el que más insiste  en una unión de acuerdos mutuos con finalidad de que estos puedan romperse si es necesario. Si se busca un verdadero bien y un futuro estable es mejor <<construir sobre roca que sobre arena>>.

No hay respeto.- Si alguien dice amar a una persona, se esperaría que el tomara en serio, respetando su dignidad y su valor. El respeto tiene que ser la clave de muchas decisiones y éste debe contar con amor, preparación, planeación, gran disposición y compromiso para que la unión sea perdurable.

No hay amor real.- El amor exige fidelidad, día a día, crecer en la entrega mutua, permitir que Dios lo alimente y haga crecer y madurar esa decisión de amarse toda la vida.  Cuando se carece de amor, se cae en la desconfianza, la rutina, y un sinfín de prejuicios. Donde hay amor se puesta todo, se perdona todo, se cree, se asume cualquier compromiso, se pertenece  en el <<si>>, porque <<el amor es más fuerte que la muerte>>. El amor es como un fuego, que hay que avivarlo día a día, si no, se apaga.

No hay bines.- Muchas veces las relaciones y acuerdos que realizan personas que apuntan por la unión libre pueden estar revestidos de alevosía y ventajas muy egoístas y eso es un signo de que no se recogerá ningún beneficio. Por cita el dicho dice: <<siembra vientos y cosecha tempestades>>. Hay que aceptar por la experiencia de muchos matrimonios que amar es dar, haciendo feliz al otro y que el mejor bien es que esto llegue a ser una realidad mutua y para los hijos.
No se quieren hijos.- Si los hijos son bendición  de Dios, por qué ahora tienen que planearse con cierta pretensión egoísta y hasta con afán de seguir siendo libres por el hecho de que los hijos se consideran <<una carga o estorbo>>. La tarea fundamental del matrimonio y de la familia es estar al servicio de la vida. En este sentido, el hijo es una bendición para los padres y como tal tiene que ser aceptado y comprendido. La gratuidad es la ley de transmisión de la vida humana.

De: Inquietud Nueva  enero_febrero 2014 N°175
Capturado por: Hermano Sergio Alberto Santiago Vargas 
Grupo: CERS  
Parroquia María Auxiliadora Diócesis de Tuxpan, Veracruz






Johanna del Rosario Ixquiac.
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Soy originaria de Quetzaltenango, Guatemala. Mi familia está integrada por cinco hermanos, mi papa, mi mama, y yo. Quiero compartir como Dios, a través del servicio a la palabra, lleno mi vida. Mi padre, que actualmente es médico general y cirujano, se empeñó en terminar la carrera universitaria a pesar de tener 4 hijos. El siempre mencionaba a Dios y nos motivaba para que asistiéramos a Misa. Además de ejercer su profesión, el ayuda en la iglesia como ministro de Eucaristía. Mi mamá es una mujer dedicada a sus hijos, que siempre ha apoyado en todo a mi papá, para bien de toda la familia. Ella pertenece a la CERS (Comunidad Evangelizadora para la Reconciliación y el Servicio) de Quetzaltenango.

Cuando llego  la etapa de mi adolescencia experimente una gran soledad en mi interior a pesar de tener familia tan bella y numerosos amigos. Muchas veces me pregunte si realmente Dios existe, pues francamente lo concebía como algo lejano, incluso, a veces, castigador. También creía que Dios era solo para la gente mayor. Mi vida parecía no tener un verdadero sentido, y me preguntaba si así sería siempre.

Esto mismo me hacia tener  una actitud rebelde, y cuando me llamaban la atención yo creía tener siempre la razón, o que lo hacían para molestarme o porque no me querían. Pero conforme en la idea de que lo necesitaba era confiar en Dios. A los 18 años viví un retiro en el que puede descubrir a un Dios cercano, misericordioso y su amor le dio un nuevo sentido a mi vida. Pero Él quería mostrarme algo más: no era suficiente descubrir su amor y quedarme cruzada de brazos, sino que debía compartirlo con los demás. Un día, los Misioneros  Servidores de la Palabra me invitaron a integrarme a un grupo juvenil. La primera vez  que asistí, dentro del programa, proyectaron la película: << ¿Qué debo hacer, señor?>> Ese día descubrí como el servicio llena la vida, y me integre al grupo juvenil, creyendo que iba a ser suficiente asistir y ayudar en ratos.

Pero el señor quería todo: me quería a tiempo completo. El primer paso fue tomar Curso Bíblicos, luego, hacer apostolado. Llego el momento de participar en el retiro vocacional, de dar la respuesta y hacer mi experiencia  misionera. Fue un año de misión donde yo condicionaba a Dios; pero no pude escapar, como el profeta jeremías. Entonces di una respuesta definitiva, y tras haber cumplido mi tiempo de misión como laica, he ingresado a la formación para ser una religiosa Misionera Servidora de la Palabra. Realmente servir a Dios es lo que da plenitud y felicidad.

De: Inquietud Nueva  enero_febrero 2014 N°175
Capturado por: Hermano Sergio Alberto Santiago Vargas 
Grupo: CERS  
Parroquia María Auxiliadora Diócesis de Tuxpan, Veracruz


P. Jaime Zavala, msp.

Joaquín, gerente de cierta empresa, en una ocasión reprendió fuertemente a una de las empleadas con todo despectivo, le dijo: <<Eres una ignorante, como te puedes equivocar así. No mereces estar aquí>>. La muchacha, en voz baja le responde: <<Discúlpeme, cometí el error, no soy perfecta, tengo límites, mejor ayúdeme>>. El la ignoro por completo y, finalmente, la empleada tuvo que abandonar el trabajo ante el disgusto de todo el personal.

Encontramos este tipo de mentalidades, personas muy exigentes con los demás que al parecer nunca han conocido nunca la misericordia. Sin embargo, el mismo Jesús no titubeó en reconciliar al pecador. Es necesario tener entrañas de bondad para aceptar los límites del otro. De lo contrario, vemos a los demás como inferiores o incluso, sin valor alguno. Por eso es necesario revisar cual es nuestra conducta en el trato con los demás. 

Apática: en una persona que demuestra el desinterés o una actitud negativa así el otro. Si observa un error en terceras personas, no tienen piedad, si no que se irrita frente a él odiándolo por completo.
Indiferente: en este tipo de conducta, el individuo ni siquiera se atreve hacer una reflexión sobre cierto caso, juzga indirectamente. Por lo general no lo comprende o, simplemente, no le importa. Piensa que él es quien tiene toda la razón.

Superficial o laxa: es una actitud de un comportamiento relajado, vago e indisciplinado; se da cuenta de cómo debe de actuar ante los demás, pero concluye que el otro debe ser condenado por ser el culpable. En estas personas no existe un mínimo grado de compasión, parecen que no tener corazón, como normal mente se suele decir, frente a su propio hermano, lo ve como un objeto.

Desde esa óptica, cuando no se tiene un corazón abierto, es imposible entender y perdonar. En la parte humana, una persona que no vislumbra al otro, refleja una rotunda inmadurez. Se siente autosuficiente, cree ser dueño de todo y el único que tiene la respuesta a cualquier interrogante. Es un complejo de superioridad, un desequilibro por el que siempre se buscara llamar la atención o sobre salir.

Desde la parte espiritual, el que no sabe perdonar, toma un papel más alto que el mismo Dios, pues el siempre perdona. Cree ser el justo juez, pero cuando le toca ser reprendido no reconoce su error. Es un problema de conversión no ha conocido a Dios, porque si lo tuviera en su vida sería compasivo. Por tanto, cuando veamos a una persona que se ha e equivocado, acordémonos de que el único impecable es Dios, porque lo seres humano somos muy limitados. Es necesario, pues, purificar la conciencia, los pensamientos, el corazón, los sentimientos. Esto no indica aprobar los errores de los demás, sino más bien el buscar cómo ayudar a mejorar la conducta. Recordemos que siempre nuestro perdón debe ser como el de Jesucristo, incondicional y lleno de misericordia.

De: Inquietud Nueva  enero_febrero 2014 N°175
Capturado por: Hermano Sergio Alberto Santiago Vargas 
Grupo: CERS  
Parroquia María Auxiliadora Diócesis de Tuxpan, Veracruz


P. Modesto Lule Zabala, msp.

¿Un sacerdote puede negar la bendición a quien la pida?, si, en ciertas circunstancias. Un día se me acerca una persona al terminar la misa y me pide que bendiga una imagen con agua bendita. Al ver la imagen le dije que no podía hacer eso lo que me pedía, ya que era una imagen de un buda. Otro sacerdote, se negó a dar la bendición a l lugar que iba a ser inaugurado como cantina. Yo mismo me he negado a bendecir la casa de una persona que adoraba a la <<santa muerte>>. Le dije que si creía en esa falsa devoción no podía bendecirla con agua bendita. En eso casos el sacerdote puede negar la bendición. Pero si pides una bendición y el sacerdote te la niega porque tiene algún sentimiento en contra de tu persona, ahí quien está mal es el sacerdote. Los sacerdotes somos ministros de Dios llamados a administrar las gracias de Dios a todos.

El origen de las palabras bendecir viene del latín benedicere, una palabra compuesta por bene, que significa <<bien>>, y dicere, que significa <<decir>>. La palabra latina Benedicto, con el significado de bendición se encuentra solamente en el vocabulario bíblico-eclesiástico. Los traductores griegos del antiguo testamento tradujeron por eulogein le verbo hebreo Barak (bendecir) y por eulogia el respectivo sustantivo berakah (bendición) y así eulogein y eulogia entraron en el lenguaje religioso griego como bendecir y bendición.

La bendición ocurre con frecuencia en la biblia y tienes varios significados: significa alabar a Dios; desear el bien a una persona; dedicar una persona  o cosa al servicio de Dios. En la liturgia, la bendición es un ritual por el cual un ministro ordenado santifica a personas o cosas para el servicio  divino o invoca el favor divino sobre ellas.

El Catecismo de la iglesia católica dice respeto a la bendición: <<entre los sacramentales les figuran en primer lugar las bendiciones (de personas, de la mesa de objetos de lugares). Toda bendición es alabanza de Dios y oración para obtener sus dones. En cristo, los cristianos son bendecidos por Dios padre “con toda clases de bendiciones espirituales” (Ef 1,3). Por eso la iglesia da la bendición invocando el nombre de Jesús y haciendo habitualmente la señal santa de la cruz en Cristo>> (CEC 1671).

Ciertas bendiciones tienen un alcance permanente: su efecto es consagrar personas a Dios y reservar para el uso litúrgico objetos y lugares. Entre las que están destinadas a personas que no se han de confundir con la ordenación sacramental figuran la bendición del abad o de la abadesa de un ministerio, la consagración de vírgenes, el rito de la profesión religiosa  y las bendiciones para ciertos ministerios de la iglesia (lectores, acólitos, catequistas, etc.). Como ejemplo de las  que se refieren a objetos, se puede señalar la dedicación o bendición de una iglesia  o de un altar, la bendición de los santos oleos, de los vasos y ornamentos sagrados, de las campanas, etc. (cf. CEC 1672).

El ritual Romano contiene bendiciones para diversas ocasiones y cosas. Se puede bendecir, por ejemplo, los alimentos. Esta bendición atrae la benevolencia de Dios, pero no imparte al objeto un carácter sagrado como sería el caso en la bendición de un cáliz, el cual queda reservado irreversiblemente para el uso sagrado en la Santa misa. Sin embargo, se debe tener presente que las bendiciones  no son sacramentos; no son instituidas por Cristo; no confieren gracias santificante; ni producen su efecto en virtud del rito mismo <<ex opere operato>>. Son sacramentales, no Sacramentos.
  

De: Inquietud Nueva  enero_febrero 2014 N°175
Capturado por: Hermano Sergio Alberto Santiago Vargas 
Grupo: CERS  
Parroquia María Auxiliadora Diócesis de Tuxpan, Veracruz


P. Víctor Alejandro Zúñiga, msp.

Continuamente se escucha la queja sobre el aumento en el índice de violencia y como esta se ve manifestada en diversas formas como por ejemplo: asaltos, robos, plagios, violaciones, secuestros, asesinatos, infidelidades, pornografía, homosexualidad, <<bullying>>, guerras, fraudes, corrupción, maltratos, físicos y verbales, entre otras cosas manifestaciones; y la pregunta que surge de inmediato es: ¿por qué si Dios es tan bueno, permite que suceda todo esto?

Ordinariamente se piensa inmediatamente en responsabilidad a Dios de todo lo malo que pasa, pero si toda esta ola de violencia acontece es más bien debido al desconocimiento de la palabra de Dios, que como leemos en la cita anterior sirve para enseñar y educar, así como para reprender y corregir.

Así pues, si las personas que cometen estos ilícitos conociera esta palabra de vida, no harían lo que hacen, ya que Dios no hizo al hombre malo sino que lo creo a su imagen y semejanza, es decir, lo creo bueno y con la capacidad de ser co-creador junto con El para preservar la vida y no para destruirla; pero es el maligno que se aprovecha de la debilidad humana para confundir su mente  y espíritu, y así caer en esta aberraciones. 

La palabra inspirado por el espíritu santo es viva y eficaz, porque es una palabra llena del amor de Dios que todo lo perdona, todo lo soporta, todo lo aguanta, se da sin esperar nada a cambio, es generoso, paciente y tolerante.

En la medida que el hombre vaya conociendo esta palabra se ira conociendo a sí mismo, y al conocerse a sí mismo conocerá a su prójimo, y al conocerse a si mismo y al conocer a su prójimo, reconocerá a Dios y se forzara por cumplir su voluntad: <<Ámense los uno a los otros como yo lo he amado>> (Jn 15,12).

Solo en el verdadero amor de Dios, fruto de la meditación constante de su palabra, se lograra superar el límite humano que surge del egoísmo que busca su propio placer a cualquier precio y surgirá la actitud misericordiosa que es lo que más acercaría al hombre a Dios.

San pablo mismo reconoce y acepta que por desconociendo de esa palabra de amor cometió muchos actos ofensivos, persecuciones e insultos; al igual san Agustín, quien expreso haber << amado tarde a Dios>> por no haberlo conocido antes, provocando un lanzamiento desordenado sobre <<todo esas cosas hermosas que El creo y que si el mismo no es tuviese en ellas no existirían>>.

San Ignacio de Loyola, quien antes de conocer dicha palabra lo único que el interesaba eran las contiendas épicas, presumir y galantear, reconoció en los Evangelios la verdad al punto que llego a cambiar su forma vanidosa de vivir y, junto con otros cinco personajes fundo una comunidad religiosa que ha sido muy fructífera en la iglesia: los jesuitas. Esta nueva vida ha sido de bendición para muchos, al punto de darnos un Pontífice como el que ahora tenemos, Francisco <<el Papa del Espíritu>> quien también recientemente nos compartió  un documento que lleva precisamente por título: <<la alegría del Evangelio>>, en el cual nos invita a valorar la importancia de la palabra de Dios den la Nueva Evangelización para la trasmisión de la fe en el mundo actual.

De: Inquietud Nueva  enero_febrero 2014 N°175
Capturado por: Hermano Sergio Alberto Santiago Vargas 
Grupo: CERS  
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