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Eugenio Amézquita Velasco

En la madrugada de este 1o. de septiembre, fiesta de Nuestra Señora de los Remedios, ha entrado a la Casa del Padre el Pbro. Don José Margarito Ceballos Vázquez, tras haber cumplido este pasado 30 de agosto, 60 años exactos de sacerdocio, de servicio al prójimo y de entregar toda una vida a Dios y a sus hermanos.

Hombre con una sonrisa de niño, reconocía sus defectos, sus sombras. Sin embargo, nadie olvida que en medio de la aparente brusquedad un hombre, nacido en Abasolo, Gto., se escondía la virtud para luego emanar el buen corazón y la misericordia que solamente puede provenir de Dios.

Siempre con la facilidad de palabra. Esa voz ronca que al momento de la Santa Misa, durante la homilía iba acompañada de cerrar los ojos para permitir que el paso del Espíritu Santo se pudieran afinar las palabras, las frases que como caudal de un río impetuoso le llegaban a la mente y no permitía que una sola se omitiera.

Cuántas veces no fue visto viviendo su ministerio sacerdotal en Tenería del Santuario, o en Celaya, en San Antonio de Padua o María Auxiliadora, o en Villagrán o en Empalme Escobedo, administrando los sacramentos del bautismo, la Santa Misa y la confesión o presidiendo el sacramento del Matrimonio.

Se acercaba el pecador contrito a él, y sentado en una silla o en el confesionario, recargaba el codo en su pierna, se agachaba, ponía la mano en su ceja o frente y empezaba a escuchar a aquel que de alguna manera sabía que había ofendido a Dios y buscaba el perdón y la misericordia, trayendo con el consejo y la absolución la medicina al alma necesitada de la reconciliación con el Padre Eterno, siempre dispuesto a abrazar al hijo pródigo, que en medio del excremento de los cerdos, salió limpio tras el arrepentimiento y el perdón al reconocer que ha ofendido a quien lo ha creado.

De familia muy numerosa, fue hijo de un administrador de hacienda que no faltaba a la Santa Misa dominical. La mamá del Padre Margarito le pedía a su esposo que le platicara sobre lo que el sacerdote predicaba en la homilía, y el buen Sr. Ceballos explicaba con detalle el Evangelio del día. La manera más simple y sencilla de evangelizar a los hijos y a la familia en casa.

Hasta los últimos días de vida de sus señores padres, el Padre Margarito los tuvo a su lado, para transmitirles la paz y el descanso que sólo Dios da a los hijos buenos.

Personas piadosas, los padres del sacerdote guanajuatense rezaban el Santo Rosario y ponían a sus hijos de rodillas a rezar un Padre Nuestro, tres Ave Marías y la oración que toda buena madre enseña a sus hijos: "Ángel de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día".

El Padre Margarito ya descansa, pero deja un legado grandísimo. Se cumplen en su persona las palabras de uno de sus formadores, el Padre Manuel Pérez Gil, quien luego llegaría a ser Arzobispo de Tlalnepantla: "Tú no eres estrella fugaz".

Este buen sacerdote, que jamás desconoció sus miserias y errores, pero que buscó siempre la misericordia de Dios y la llevó a todos, sabemos que está con Dios. Hasta el último momento y asistido por un sacerdote al que siempre orientó durante diversos etapas de su vida de formación en el seminario, el Pbro. Jesús Rico Negrete, tuvo el gozo de darle los auxilios espirituales. Sabía que un sacerdote que no obedecía a su Obispo o tomaba decisiones a la ligera, sin dejarse iluminar por la sana y brillante luz del Espíritu Santo, no sólo es arrastrado a situaciones nada sanas para su propia alma, sino que arrastra consigo a la comunidad toda. Cumplió, en la medida de sus débiles fuerzas humanas y con la fuerza sobrenatural que solamente Dios sabe dar, sus obligaciones como sacerdote y vivió una frase suya que posiblemente repetía a más de un sacerdote joven al que él ayudó en su camino de formación al presbiterio: "El sacerdote debe tener siempre presente lo que es..."

Su cuerpo está siendo velado hoy 1o. de Septiembre de 2019 en Funerales San Rafael, en la Avenida Torres Landa, en Celaya, Gto.

Gracias, Padre Margarito por el regalo de sus dones a todos. Gracias, Señor, porque lo creaste.

Más información:
Padre José Margarito Ceballos Vázquez, LIII Aniversario Sacerdotal: 




Comisión Diocesana De Pastoral Para La Comunicación
Diócesis de Celaya

OFICINA DE PRENSA
Comunicado de Prensa

Asunto: Ordenaciones presbiterales.
Celaya, Guanajuato a 29 de mayo de 2019.



A todo el pueblo fiel que peregrina en esta Diócesis de Celaya se comunica que por gracia de Dios, el próximo veintiocho de junio de dos mil diecinueve, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, siete diáconos recibirán el orden del presbiterado.

La celebración de ordenación será en el templo de Nuestra Señora del Carmen, de la ciudad episcopal de Celaya de la P.C. a las 11:00 hrs., preside S.E.R Mons. Benjamín Castillo Plascencia.


Recibirán el orden del presbiterado:
Arellano del Río, Miguel Ángel
Corona González, Omar Hugo
Godoy Ochoa, Félix
Guerrero Mújica, Pedro
Hernández Alamilla, José Luis
Reyna Saavedra, Alfonso
Sánchez Colorado, Juan Manuel





Pbro. Lic. José de Jesús Palacios Torres
Vocero de la Diócesis de CelayA




TITULO ORIGINAL:
La notte del Profeta

DURACION:
78 minutos

IDIOMA:
Español

PRODUCCIÓN:
EWTN

DIRECTOR:
Jean-Marie Benjamin

AÑO:
1995.

PAÍS:
Italia

REPARTO:
Regia Jean Marie Benjamin, Sergio Fiorentini, (Ettore Rossi) Rodolfo Corsato, (Padre Pio en la infancia) Paride Cabras, (Padre Agostino) Tonino Pulci, (Maria Pyle) Cristina Grado, (Obispo) Sergio Pierattini

GÉNERO:
Documental. Religión. Cine religioso. Vidas de santos. Histórico. Basado en hechos reales. Sacerdotes. Franciscanos.

SINOPSIS:
La dramatización de la historia del Padre Pío de Pietrelcina, sacerdote que recibió los estigmas de Cristo desde los primeros años de sacerdocio y los padeció durante cincuenta años. Francesco Forgione es un muchacho nacido en el seno de una pobre familia campesina que desde niño ha tenido visiones de la Virgen María, de Jesús y también del Diablo. Todo ello forja en él el deseo de llegar a ser sacerdote. Tras entrar en la orden de los Capuchinos con el nombre de Pío de Pietrelcina, se hace evidente para los miembros del convento que tiene unos poderes para los que no hay explicación científica: sana a enfermos, conoce el nombre y los problemas de desconocidos a quines predice el futuro... Todo ello empieza a movilizar a la gente que acude al Padre Pío en busca de milagros. Cuando en 1918 aparecen estigmas en sus manos y pies, los devotos seguidores se multiplican, provocando en el Vaticano una reacción de acoso y desprestigio, acusándole de embaucador. A pesar de no permitírsele ejercer como sacerdote, la gente sigue creyendo en sus milagros. Poco antes de su muerte en 1968, la Iglesia reconoce una obra que lo llevará a ser santificado en 2002 por Juan Pablo II, el mismo a quien décadas atrás, cuando sólo era Karol Wojtyla, el Padre Pío le predijo que llegaría a ser Papa. "La notte del profeta", rodada en 1995 bajo la dirección de Jean-Marie Benjamin. El padre Jean-Marie Benjamin es un sacerdote que pertenece a la Fundación del Beato Angelico.


Santo Toribio Romo González (*Jalostotitlán, 16 de abril de 1900- + ídem. 25 de febrero de 1928) fue un sacerdote mexicano, es Santo mártir y patrono de los "mojados" o migrantes indocumentados.

Infancia

Toribio Romo González nació en la localidad de Santa Ana de Guadalupe ─según el Censo de Población y Vivienda 2010, INEGI, esta localidad contaba con 311 habitantes─ perteneciente al municipio de Jalostotitlán, en la zona de Los Altos de Jalisco, México. Sus padres fueron Patricio Romo Pérez y Juana González Romo. Toribio recibió el bautismo en la parroquia de la Virgen de la Asunción.
En aquella época los niños iban a la escuela parroquial, así lo hizo también Toribio. A los 11 años de edad ingresó al seminario auxiliar de San Juan de los Lagos, con la autorización de sus padres. María era la hermana de Toribio y ella se preocupó por que la educación de Toribio fuera de lo mejor. Los padres de Toribio no consentían con agrado que el estudiara pues ellos preferían que ayudara con las labores del campo, más aún finalmente respetaron la decisión de Toribio de seguir

Sacerdocio

A los ocho años de haber ingresado al seminario de San Juan de los Lagos, ingresó al Seminario de Guadalajara. A los 21 años de edad debió solicitar dispensa de edad a la Santa Sede antes de proceder a la recepción del orden presbiteral. El señor arzobispo Francisco Orozco y Jiménez le confirió el diaconado el 22 de septiembre de 1922, y el 23 de diciembre del mismo año administró la ordenación sacerdotal. Prestó su servicios ministeriales en Sayula, Tuxpan, Yahualica y Cuquío. En la parroquia de esta última se encontró con el señor cura Justino Orona.

La persecución callista contra la Iglesia Católica enardeció los ánimos de los habitantes de Cuquío y el 9 de noviembre de 1926 se levantaron en armas más de trescientos hombres para rebelarse en contra de la opresión del Gobierno, que perseguía a muerte a párrocos y sacerdotes, quienes tenían que vivir escondidos en el campo huyendo de un lugar a otro, esperando de un momento a otro la muerte; ya que su presencia entre los alzados era considerada como complicidad avalando la rebelión1 . El padre Toribio escribió en su diario: ..."Pido a Dios verdadero mande que cambie este tiempo de persecución. Mira que ni la Misa podemos celebrar; sácanos de esta dura prueba ...vivir los sacerdotes sin celebrar la Santa Misa... Tormenta de duras persecuciones ha dejado Dios venir sobre mi alma pecadora. Bendito sea El. decía Toribio. hasta el 24 de junio, diez veces he tenido que huir escondiéndome de los perseguidores, unas salidas han durado quince días otras ocho... unas me han tenido sepultado hasta cuatro largos días en estrecha y hedionda cueva; otras me han hecho pasar ocho días en la cumbre de los montes a toda la voluntad de la intemperie; a sol, agua y sereno. La tormenta que nos ha mojado, ha tenido el gusto de ver otra que viene a no dejarnos secar, y así hasta pasar mojados los diez días..."

El 2 de julio de 1926 se publicó en el diario oficial de la Federación la famosa "Ley Calles" la cual limitaba, en el Art. 17, a celebrar el culto exclusivamente dentro de los templos. El 31 de julio los obispos mexicanos, en patente desafío al gobierno, llamaron a la suspensión del culto en todo el país. De modo que la celebración de la misa se suspendió, no por orden del gobierno, sino por orden del clero2 . La Secretaría de Gobernación ordenó que todos los sacerdotes abandonaran los campos y pueblos procediendo a concentrarse en las ciudades para su posterior registro con la advertencia de que si no lo hacían se ejecutaría en su contra la ley.

En 1927 bajo órdenes del obispo fue enviado a Tequila Jalisco, con mucho pesar pues esa diócesis estaba dominada por las fuerzas federales del presidente Calles. En Tequila encontró una antigua destilería que utilizó para celebrar misa a escondidas. En diciembre del mismo año se ordenó sacerdote el hermano menor de Toribio y fue a Tequila a ayudar a este, ambos vivían escondidos en una barranca cerca del rancho de Agua Caliente que pertenecía al señor León Aguirre.

Martirio

El miércoles de Ceniza, el 22 de febrero, el padre Toribio pidió al padre Román (su hermano) que le oyera en confesión sacramental y le diera una larga bendición; antes de irse le entregó una carta con el encargo de que no la abriera sin orden expresa.
El 25 de febrero una tropa compuesta por soldados federales y agraristas, avisados por un delator, sitió el lugar, brincaron las bardas y tomaron las habitaciones del señor León Aguirre, testigos recuerdan a un agrarista quién gritó: "¡Éste es el cura, mátenlo!"
La tropa entró en su habitación y en ella disparó al padre Toribio. Estando muerto amarraron con ropas el cadáver espalda con espalda a su hermana que acudió al lugar, mientras armaban una camilla de ramajes para transportar el cuerpo del Padre Toribio.

Los verdugos lo despojaron de sus vestiduras y saquearon la casa para después llevarse presa a su hermana María a pie hasta el poblado de “La Quemada”, caminaron pasando frente a la presidencia municipal con el cadáver del mártir Toribio sobre la camilla improvisada con palos que transportaban unos vecinos, los soldados silbaban y cantaban obscenidades al tiempo que los demás rezaban.

María, viajó tan pronto como fue liberada a pie hasta Guadalajara, a casa de sus padres, para cobijarse en el amor paterno y llorar con los suyos la pérdida de su querido hermano. La familia consiguió permiso de velarlo en su casa y al día siguiente, domingo 26 de febrero, entre una multitud, lo sepultaron en el panteón municipal.

Pasados algunos días su hermano el Padre Román, abrió la carta en Guadalajara, encontrándose con que era el testamento del Padre Toribio y leyó su contenido: "Padre Román, te encargo mucho a nuestros ancianitos padres, haz cuanto puedas por evitarles sufrimientos. También te encargo a nuestra hermana María que ha sido para nosotros una verdadera madre... a todos, a todos te los encargo. Aplica dos misas que debo por las Almas del Purgatorio, y pagas tres pesos cincuenta centavos que le quedé debiendo al señor cura de Yahualica..."

Canonización

Toribio murió como mártir de la fe católica el 25 de febrero de 1928. Veinte años después de su sacrificio, su restos regresaron a su lugar de origen, y fueron depositados en la capilla construida por él, en Jalostotitlán. El 22 de noviembre de 1992 fue beatificado, y el 21 de mayo de 2000 fue canonizado por el papa Juan Pablo II junto con 24 compañeros. El 25 de febrero se celebra el día de Santo Toribio Romo.

Altares Conocidos

En Santa Ana de Guadalupe, Jal. lugar de su nacimiento, fue edificado y consagrado el santuario de Santo Toribio, en el cual se encuentran los restos en una urna de bronce. Este santuario fue diseñado por Fray Gabriel Chavez De La Mora.
En la ciudad de Mexicali existe un altar dedicado a este santo. Cualquiera que quiera visitarlo puede hacerlo en el parque municipal de Mexicali junto a la línea internacional, a un costado de la Casa de la Cultura.
Otro altar importante se ubica en el rancho llamado "Agua Caliente" a 10 minutos de Tequila, Jalisco, lugar donde fue ejecutado. Este Santuario erigido en su honor, fue comenzado por el Ing. José Manuel Martínez Aguirre, quien cedió la propiedad para su construcción. Más tarde se formó un patronato encargado de la culminación de la edificación. En este sitio, a un costado del templo, se encuentra la casa donde vivió Santo Toribio y fue apresado por las tropas federales. En la pequeña casa de adobe se encuentran varias de sus pertenencias que utilizó durante su úlitma etapa refugiado de las tropas federales. Mensualmente el domingo mas cercano al día 25 se celebran misas en su honor en el Santuario, mientras el triduo que recuerda su martirio es celebrado del 23 al 25 de Febrero, festividad con auge creciente año con año.

Otra iglesia dedicada a el, esta en Tijuana, B.C. en Santa Fe.

En esta misma Parroquia es en donde nace el Coro de Niños y Adolescentes "Angeles de Santo Toribio".

Asesinato del Padre Alcántara, en Cuautitlán Izcalli
Eugenio Amézquita Velasco

En México, las casualidades no existen aunque a veces existen interesados en así presentarnos los hechos. Somos el país número uno en asesinatos de sacerdotes católicos y pareciera que a las autoridades no les interesa. Las manos que están detrás de estos hechos parecieran saber que le están pegando en donde más le duele al pueblo de México: en sus pastores, en sus ministros.



El obispo incómodo

Y el grado de cinismo de algunas autoridades llega a tal nivel, que cuando un obispo, como el de Chilpancingo-Chilapa, Mons. Fray Salvador Rangel OFM, habla, señala y hasta dialoga con quien hace el mal pidiéndole que deje de hacerlo, se manifiestan dichas autoridades como "ofendidas", y no faltan los corifeos que hablan de "pactos con la delincuencia", como si la población no supiera a través de los rumores y hasta de la misma televisión, el cine y las telenovelas con temas sobre el narco, de los entendidos -no precisamente para buscar la paz- entre altas esferas y la delincuencia y entonces sí, de eso se guarda silencio.


Asesinan a sacerdote de la Diócesis de Cuautitlán Izcalli

Padre Rubén Alcántara Díaz, asesinado en el estado de México.
 El P. Rubén Alcántara Díaz, vicario judicial de la Diócesis de Cuautitlán Izcalli (México), fue asesinado con un arma blanca al interior de una iglesia este miércoles 18 de abril.

Con esta muerte ya son 22 los sacerdotes asesinados desde 2012, informó el Centro Católico Multimedial.

Según los medios locales, la Fiscalía de Justicia del Estado de México confirmó que el asesinato ocurrió este 18 de abril a las 7:00 p.m. (hora local) en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en la colonia Cumbria.

Se indicó que el sacerdote de 50 años fue apuñalado por una persona que huyó luego del crimen y que aún no ha sido identificada.

Las fuentes oficiales no confirmaron si había más personas en la iglesia durante el homicidio.
Por su parte, la Diócesis de Cuautitlán Izcalli expresó su dolor por la muerte del presbítero.
“Mientras se llevan a cabo las averiguaciones pertinentes por parte de los peritos, rogamos a Dios por su eterno descanso y pido a todos se unan a esta intención”, indica en un comunicado.

Asimismo, el secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Mons. Alfonso Miranda, expresó en su cuenta de Twitter sus condolencias por la muerte del P. Alcántara Díaz y de “todas las víctimas de la enorme violencia en México. Dios nos ayude”.

El Arzobispo de México, Cardenal Carlos Aguiar Retes, también lamentó “con mucho pesar el asesinato del sacerdote Rubén Alcántara Díaz, de la diócesis de Izcalli”, y pidió que “la esperanza en la Resurrección fortalezca a su obispo y a los fieles”.

En un mensaje en Twitter del 19 de abril, el arzobispo primado de México, Cardenal Carlos Aguiar Retes, señaló que "lamento con mucho pesar el asesinato del sacerdote Rubén Alcántara Díaz, de la diócesis de Izcalli, que la esperanza en la Resurrección fortalezca a su obispo y a los fieles".

En marzo de 2018, el Obispo de Cuernavaca, Mons. Ramón Castro Castro, dijo que el asesinato de sacerdotes en México es “un fenómeno muy triste y doloroso que ha oscurecido el horizonte del país”.

El Prelado alentó a los fieles a luchar por erradicar del país el cáncer del crimen organizado con el Evangelio, buscando siempre la justicia y la paz.

Localizan cadáver de sacerdote desaparecido en la Arquidiócesis de Puebla

Padre Lucino Flores Sánchez
La Arquidiócesis de Puebla, en México, informó que el P. Lucino Flores Sánchez, desaparecido durante casi una semana, fue hallado sin vida.

En un comunicado publicado el 20 de abril, la arquidiócesis mexicana informó “con profunda pena que fue hallado el día de hoy, el cuerpo sin vida del Padre Lucino Flores Sánchez”.
“Le pedimos a Dios Nuestro Señor lo reciba con Misericordia y fortalezca en estos momentos a sus seres queridos”.

En un Twitter de la Arquidiócesis de Puebla se señala textualmente que "Arqui_Puebla pide a Dios que reciba al P.Lucino Flores y agradece a todos el apoyo durante su búsqueda.
— Arquidiócesis Puebla (@Arqui_Puebla) 21 de abril de 2018

La mañana del 21 de abril, la Arquidiócesis de Puebla indicó que el cuerpo del sacerdote llegará a las 5:30 p.m. (hora local) a la parroquia de San Hipólito Xochiltenango, donde será velado.
Mons. Eugenio Lira, que fue Obispo Auxiliar de Puebla antes de ser nombrado Obispo titular de Matamoros, en México, expresó también su “profunda pena”, a través de su cuenta en Twitter.
Con profunda pena y en la esperanza en la vida eterna que Jesús resucitado nos ofrece,

@DiocesisMat se une a @Arqui_Puebla por el sensible fallecimiento del P. Lucino Flores, por cuyo eterno descanso elevamos oraciones al Señor
— Mons Eugenio Lira R (@MonsLira) 21 de abril de 2018

Mons. Lira señaló además que “en la esperanza en la vida eterna que Jesús resucitado nos ofrece, la Diócesis de Matamoros se une a la Arquidiócesis de Puebla por el sensible fallecimiento del P. Lucino Flores, por cuyo eterno descanso elevamos oraciones al Señor”.

Asesinan sacerdote en Guadalajara

Padre Juan Miguel Contreras García.
El P. Juan Miguel Contreras García, de 33 años, fue asesinado a balazos la tarde del 20 de abril, al interior de la iglesia de San Pío de Pietrelcina, en Guadalajara, Jalisco (México).

El asesinato del P. Contreras García suma el segundo crimen contra sacerdotes en menos de una semana en México, tras la muerte del P. Rubén Alcántara Díaz, vicario judicial de la Diócesis de Cuautitlán Izcalli, el 18 de abril.

De acuerdo al Centro Católico Multimedial de México, con este crimen suman 23 sacerdotes asesinados en el país en los últimos seis años.

En un mensaje difundido por la Arquidiócesis de Guadalajara, el Arzobispo, Cardenal Francisco Robles Ortega, sus obispos auxiliares, el presbiterio y los fieles, expresaron “nuestra más profunda consternación”.

“Nos unimos a la pena y el dolor que embarga a sus familiares, amigos y comunidad parroquial por la irreparable pérdida de este joven sacerdote”, expresaron.

La Arquidiócesis de Guadalajara exigió “a las autoridades estatales y municipales que se investigue y se esclarezca este lamentable acontecimiento”.

Además, hizo un llamado “a quienes cometen estas atrocidades en contra de la vida de las personas, a que recapaciten el daño que hacen a la sociedad y el clima de angustia que propician en los ciudadanos, para que su mente y su corazón se muevan a la conversión de sus actos”.
“Nos unimos en oración para que cese el clima de violencia que azota a nuestro estado de Jalisco”.
De acuerdo a la Fiscalía General del Estado de Jalisco, el sacerdote mexicano habría sido atacado por dos hombres en la colonia Hacienda Santa Fe, en Tlajomulco, dentro del área metropolitana de Guadalajara.

Los asesinos, indicó la Fiscalía, “ingresaron a la sacristía de la parroquia y agredieron directamente al occiso, para posteriormente huir en un vehículo compacto”.

“La víctima fue encontrada en la iglesia con varios impactos por arma de fuego”, señaló.
Los Obispos de México también se pronunciaron en un comunicado, manifestando “nuestra tristeza y consternación, ante el asesinato de un sacerdote más, en días consecutivos”.

“Hacemos un urgente llamado para construir una cultura de paz y de reconciliación. Estos lamentables acontecimientos nos llaman a todos, a una conversión mucho más profunda y sincera. Es tiempo de mirar con honestidad nuestra cultura y sociedad, para preguntarnos por qué hemos perdido el respeto a la vida, y a lo sagrado”.

“Pedimos a los fieles católicos, acompañar a sus sacerdotes, con la oración, sobre todo, en el servicio pastoral de las comunidades que se les han encomendado”, alentaron, al tiempo que exhortaron “a aquellos que menosprecian y arrebatan la vida por cualquier causa, a dejarse mirar por el rostro bondadoso de Dios, para deponer no solo las armas, sino el odio, el rencor, la venganza, y todo sentimiento destructivo”.

“A nuestras autoridades competentes, solicitamos con firmeza, una vez más, investigar exhaustivamente, hasta aclarar los hechos, para actuar conforme a la justicia, y no permitir que éste, ni los demás crímenes en nuestra nación, queden impunes”.

Para el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, “el incremento de la violencia es innegable” en México.

En su último listado anual de las 50 ciudades más violentas en el mundo, figuran 12 ciudades mexicanas.

De hecho, la municipalidad de Los Cabos, en el estado mexicano de Baja California Sur, encabeza el listado mundial, con 365 homicidios en 2017 para una población de poco más de 328 mil habitantes.


Por Eugenio Amézquita OFS

Uno de los sacerdotes jóvenes de la Diócesis de Celaya ha cumplido años el día de hoy, 23 de julio de 2017. Se trata del padre Samuel Damián Pascual, vicario en la Catedral de Celaya.

Un día como hoy, pero de 1983, vio por primera vez la luz en Villahermosa, Tab. Vino a iluminar, como hijo primogénito, el hogar de sus papás, dos personas muy sencillas pero de buen corazón y con ellos generar familia: Don Santiago Damián y Doña Nelly Pascual.

Primero de cinco hermanos, fue llamado por el Señor a la vocación sacerdotal, siendo ordenado presbítero en nuestra Diócesis de Celaya el 31 de marzo de 2016.

Nuestro obispo, Mons. Benjamín Castillo Plasencia le encomendó la tarea de ser coordinador de la Dimensión Prensa Escrita de la Diócesis de Celaya, convirtiéndose así en el director del Periódico Redes que quincenalmente circula en los 11 municipios guanajuatenses que comprende la jurisdicción diocesana.

Desde hace varios meses ha venido impulsando los medios de comunicación y los medios digitales en la Catedral de Celaya, desde la encomienda de coordinador de Medios en el decanato Catedral, que comprende varias parroquias de la zona centro de la ciudad de Celaya. Inició las primeras transmisiones via TV digital en redes sociales de la Santa Misa así como de eventos litúrgicos del decanato.

Las palabras son insuficientes para felicitarlo y agradecerle por su trabajo, por su amistad y por su fraternidad. Quizá las mejores palabras de saludo y felicitación que podamos dirigirle al padre Samuel, sean unas empleadas por Santa Clara de Asís, en la alegría de saberse amada por Dios y que en esta ocasión podemos emplear como muestra de nuestro cariño fraterno y de la manifestación del amor que Dios tiene por el Padre Samuel: Gracias, Señor, porque lo creaste.

Pbro. Lucio Pérez López. Descanse en paz.


El sacerdote diocesano y quien fuera párroco de la Parroquia San Felipe de Jesús, Pbro. Lucio Pérez López, ha entrado a la casa del Padre luego de varios meses de un padecimiento oncológico. El ya descansa en paz.

El día 16 de junio, entregó su alma al Creador este sacerdote que naciera el 13 de diciembre de 1976 en Dolores Hidalgo, CIN, Gto., y ordenado presbítero el 2 de octubre de 2004, en celaya, Gto. Es así que tenía 40 años de edad y 12 de sacerdote.

Se había desempeñado  como Vicario Parroquial en la Parroquia San Francisco de Asís, en Comonfort, Gto., y como párroco en la Parroquia San Felipe de Jesús, en la colonia Benito Juárez, en la ciudad de Celaya, Gto.

Este 27 de junio de 2017 fue celebrada la Santa Misa de funeral en ese mismo templo, presidiendo el acto litúrgico Mons. Benjamín Castillo Plasencia, obispo de Celaya, además de cerca de 20 sacerdotes diocesanos.

El padre Lucio era muy recordado desde sus tiempos como seminarista, luego de haber sido el encargado del espacio "Adsumitos" en la revista "Adsumus", del Seminario Diocesano de Celaya.

Le damos gracias a Dios por habernos permitido la presencia del Padre Lucio entre nosotros, de habenoslo prestado para el servicio a Dios y a nosotros sus hermanos. Ahora se lo regresamos y le pedimos por el eterno descanso de su alma.

El cuerpo será llevado a Dolores Hidalgo para darle cristiana sepultura.

Que el Señor le dé su paz y la vida eterna.


Eugenio Amézquita Velasco

Para muchos fieles de la Diócesis de Celaya, hablar del Padre José Margarito Ceballos Vázquez es recordar homilías dichas con vehemencia, con voz fuerte y ronca y con mucho real sentimiento y emoción.

Es recordar a un confesor con palabras recias para el pecador que no se arrepiente, buscando hacerle conciencia de sus pecados y de las ofensas cometidas contra Dios, y de palabras de consuelo para el pecador que se arrepiente, reiterándole lo grande de la misericordia de Dios y el amor que el Señor tiene para con sus hijos.

Al cumplir en este 2012, el 30 de agosto, 53 años de vida sacerdotal, era obligado entrevistarlo. No costó mucho trabajo. Sus palabras fluyen,, los recuerdos se agolpan en su memoria y a sus 79 años de edad pareciera estar viendo pasar con nitidez y claridad las escenas que componen toda una vida dedicada a Dios y al prójimo.

No puede quitarse de encima, para quienes lo vemos y lo hemos conocido de cerca, la sencillez que le viene de sus raíces familiares.

José Margarito fue el cuarto de los 11 hermanos nacidos del matrimonio de Don Leonardo Ceballos Cervantes y de Doña María de Jesús Vázquez Rivera, quienes ya gozan de de Dios y que eran originarios del municipio de Abasolo, a unos pocos minutos de la ciudad de Irapuato, rumbo a Pénjamo y a La Piedad, Michoacán.

Hace 13 y 9 años respectivamente, dice el padre Margarito, a quien cariñosamente así llamamos desde hace muchos años, entraron ellos a la Casa del Padre. Siempre los tuvo junto a él en sus años de ancianidad hasta que el Señor los llamó a su presencia, cuando estuvo en la Parroquia Inmaculada Concepción, en la ciudad de Villagrán, Guanajuato.

Fuimos una familia numerosa, reconoce el sacerdote diocesano. Empieza a pasar lista: Catalina, María del Socorro, finada. María Leonor, finada. José Margarito, María de Jesús, Jorge. Daniel, María Dolores, María del Carmen, Luz Maria y Salomón.

Abasolo, Guanajuato, a principios del Siglo XX, lugar
de origen del Padre José Margarito Ceballos Vázquez.
Creció en un ambiente de piedad. Mi papá fue un administrador de una hacienda muy grande, pero nunca faltaba a la Santa Misa del domingo. Recuerdo que mi mamá le decía: "Oye, dinos que dijo el Padre en Misa", y mi papá nos llevaba la hojita del domingo, donde venía la Palabra de Dios y nos explicaba el Evangelio del día.

Mis padres fueron personas muy piadosas. En la casa se rezaba el rosario y recuerdo, cita el Padre Margarito, que de niños mi mamá nos llamaba de uno por uno. Ella en su silla, y nos ponía todos los días y de rodillas a rezar un Padre Nuestro, tres Ave Marías y la oración que toda madre enseña a sus hijos: "Ángel de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día".

Sobre el cómo se dio el llamado a la vocación, que fue lo que activó el encaminarse a la formación sacerdotal, tiene una explicación que se asemeja mucho a la de otros sacerdotes de nuestra diócesis: Fui acólito, responde.

¿Cómo me fui al Seminario? Responde rápido y empieza a hablar con ese tono de emoción que ya le reconocemos cuando habla de las cosas queridas, de los recuerdos amados y nostálgicos. Habla con respeto de quien le acompañó en esos momentos de su vida. Pareciera que está en el instante mismo en que los vivió.

Fui del grupo de acólitos de mi pueblo, explica. Era en ese entonces mi párroco, allá en Abasolo, el padre Ramón López Lara. Fue un hombre de intensa piedad eucarística y siempre lo veía haciendo oraciòn ante el santísimo.

Cierra los ojos. Pareciera estar viendo al padre López Lara de rodillas, frente al sagrario, frente al Santísimo Sacramento del altar: "Cuando se ponía a orar, parecía una estatua. Estaba inmóvil. Concentrado". Narra el padre Margarito que admiraba también mucho al Señor Cura por sus homilías, sencillas pero profundas y recuerda que este buen sacerdote, para el bien de sus fieles y la formación humana y cristiana de ellos fundó una pequeña escuela parroquial auxiliado por su vicario, el Padre Guadalupe Patiño, quien fuera condiscípulo de quien fuera posteriormente Arzobispo de Morelia, Mons. Estanislao Alcaraz y del padre Don Manuel Pérez Gil, reconocidos en la historia de la Iglesia diocesana de Morelia.

Fueron estas cosas las que empezaron a mover en el interior del entonces jovencito José Margarito el deseo y el discernimiento a la vocación sacerdotal. Nos daba clase el Señor Cura y su Vicario, recuerda y fue entonces que me conmovió, por todo lo que he dicho, la figura del Señor Cura y fue lo que me hizo pensar.

Sigue y dice con emoción: Es donde vi la encarnación de Cristo en un hombre. Su modo de mucha caridad para con la gente. Era un hombre muy amable. Mostraba, plasmaba los rasgos del pastor fuera de serie.

Nuevamente, el Padre Margarito cierra los ojos. Pinta a detalle la escena en donde ve que en su natal Abasolo había dos centros de vicio y el párroco López Lara, acompañado de una persona minusválida, de nombre Carlos Lara, salían por las noches en dirección de dichos tugurios, no para sumarse a la clientela, sino para sacar a cuanto personaje encontrara en esos lugares y mandarlos a sus casas.

Pero no solo eso. Al Padre López Lara le fluía la imaginación, y a semejanza de los primeros misioneros que recorrieron las México y las tierras de la Arquidiócesis de Morelia, escribía sus propios dramas teatrales y con ello catequizaba a la gente. No olvida el Padre Ceballos Vázquez que su párroco formó un equipo de gentes que se destacaron en el arte dramático.

Fue esta gracia externa del Padre López Lara lo que me hizo pensar en el sacerdocio.

Fue así como llegó el momento de darles a sus padres la noticia. Cuando les comuniqué que me iba al Seminario, nos cuenta, como que no vi mucho entusiasmo, pero mi mamá era muy respetuosa. Me dieron la bendición, y dejaron que Dios hiciera el resto.

De ahí, sólo una vez me visitaron en el Seminario, precisamente cuando estaba yo en segundo de Latín, recuerda con precisión y nostalgia.

Fuí alumno fundador de la Escuela Apostólica Santa María de Guadalupe, que se ubicó en Salamanca, Guanajuato. Corrían los años cuarentas. Esta escuela fue fundada por Mons. Luis María Altamirano y Bulnes, Arzobispo de Morelia de 1941 a 1970. Este centro fue un lugar para recibir a los aspirantes al Seminario de Morelia en la zona del Bajío. Se envió como director al Padre David Gómez y como subdirector al padre Jesús Murillo Díaz, recién llegado del Seminario de Montezuma.

Montezuma era un seminario localizado en los Estados Unidos, cerca de nuestra frontera, donde fueron enviados seminaristas mexicanos en tiempos de la persecución cristera.

De esta escuela apostólica en Salamanca pasamos al Seminario de Morelia. Era diciembre de 1947, cuando el Padre Margarito tenía 15 años de edad.

Recuerdo que en ese entonces entramos cerca de 100 estudiantes al Seminario y el grupo se fue conservando. Cuando llegamos a primero de filosofía todavía éramos un grupo muy numeroso, cerca de 60, siendo vicerrector en ese entonces el padre Antonio Álvarez.

La Arquidiócesis de Morelia, de gran tradición en la formación de muchísimos sacerdotes en la historia de la Iglesia en México y de muchos obispos y arzobispos que ha dado a la Iglesia Católica tenía una característica que el mismo Padre Margarito expone: Se nos enseñaba mucho sobre la obediencia y entender y hacer nuestro que el superior, en este caso los padres formadores, el rector, eran imagen de la voluntad de Dios.

Esto respondía mucho al concepto de Santo Tomás de Aquino en cuanto a la obediencia: es la obediencia el abandono de la propia voluntad en manos del superior y al principio paulino de que toda autoridad, viene de Dios.

Es así que se formó en los sacerdotes de la Arquidiócesis de Morelia un concepto fundamental que es propio de la disciplina en la Iglesia. Se nos reiteraba constantemente que el clero de Morelia debía distinguirse por su obediencia. No dejaba de recordársenos y poner de ejemplo la actitud de obediencia del mismo Cristo y sus palabras en Getsemaní: Padre, que no se haga mi voluntad, sino la tuya.

Mons. Manuel Pérez Gil, quien
dijo al Padre Margarito, en
su época de seminarista:
"Tú no eres estrella fugaz".
Hubo un aparente momento de crisis vocacional en el camino de formación de quien llegaría a ser el Padre Margarito. Explicó que empezó a ver que de aquel nutrido grupo de 100 seminaristas, la cifra empezó a disminuir.

Comencé a darme cuenta que los mejores, los compañeros de más calidad empezaban a desertar. Recuerdo, narra a detalle, que me acerqué al Padre Manuel Pérez Gil, director espiritual y quien llegaría a ser con el tiempo primer Obispo de Mexicali y luego Arzobispo de Tlanepantla, y le dije: "Ya me voy, los mejores ya se estàn saliendo".

Sentado frente al escritorio donde se desarrolla nuestra entrevista, el padre Margarito clava la mirada fijamente hacia el mueble en cuestión y pinta la escena.

Al final, el padre Pérez Gil me dijo -cuenta-: Tú no eres estrella fugaz.

Pascual Ortiz Rubio.

Luego, como para animarme, saca una caja de galletas, de esas de Surtido Rico. Me la pone enfrente y sin esperar más, el entonces jovencito José Margarito se emociona y dice al padre Pérez Gil: "¿Todas?"

La respuesta parece sacar de balance a un desprevenido padre director espiritual que solamente contesta: "Ándale pues".

Como detalle interesante y sólo para pintar de quién se trataba el Padre Pérez Gil, el Padre Margarito señaló que había sido sobrino de un expresidente de la República, de Don Pascual Ortiz Rubio, un hombre bueno que fue fastidiado durante su corta estancia en la primera magistratura por el iniciador de la persecución contra la Iglesia, Plutarco Elías Calles.

Los padres formadores en el Seminario, siempre deben ser de lo más selecto de la diócesis.

Al entrar al tema de quiénes fueron sus formadores en el Seminario de Morelia, el padre Margarito hace patente una memoria fotográfica y un recuerdo con cariño, nostalgia, cariño y respeto.
Mons. Jesús Tirado Pedraza


En Morelia, explica el presbítero, era un equipo de maestros sacerdotes que he considerado como lo máximo. Ya desde ese entonces, la Iglesia marcaba que el equipo formador fuera integrado por lo mas selecto del clero de la diócesis.

Fue una gracia tremenda para nosotros. ¿Quiénes integraban este equipo formador de aquel entonces?

Don Jesús Tirado Pedraza era el rector y quien con el paso del tiempo se convertiría en Obispo Auxiliar de Morelia y luego primer Obispo de la Diócesis de Ciudad Victoria, Tamaulipas y al final, Arzobispo de Monterrey, tocándole el honor de ser el encargado de recibir y ser visitado en ese tiempo por el Beato Juan Pablo II, Papa.

Luego, como vice-rector, el Padre Don Antonio Álvarez, hombre que amaba con pasión al Seminario. Hombre inteligente y sabio y que era muy callado.

El multicitado sacerdote Don Manuel Pérez Gil y González, maestro formador que nos daba clase de castellano, geografìa y luego director espiritual. El padre Manuel Castro Ruiz, quien daba clase de Matemáticas y director espiritual, quien después se convertiría en Arzobispo de Yucatán.

Mons. Manuel Castro Ruiz, uno de los
maestros del Padre Margarito.
Entre estos formadores se encontraba también alguien muy amado y querido por la diócesis de Celaya y quien entonces fuera el padre Don Victorino Alvarez Tena, ecónomo del seminario, originario de Puruándiro, Michoacán y quien dio clase de latín al ahora padre Margarito.

Con el tiempo, este maestro se convertiría en el primer Obispo de la Diócesis de Apatzingán y luego primer Obispo de la Diócesis de Celaya.


También fue de ese equipo de formadores el padre Nicanor Escobedo, quien tenía como ascendente genealógico en línea recta a Tangáxoan Tzíntzicha o Tangáxoan II, último rey purépecha y quien pidió a Hernán Cortés le cediese a uno de Los Doce, llamados así los primeros doce franciscanos enviados por la Iglesia Católica a México para evangelizar nuestro país, primer franciscano a las tierras de Michoacán. Este sacerdote nos daba clase de filosofía.

Otro de mis maestros lo fue el ahora Mons. Luis Muñoz Ledo Cabrera. El nos daba clase de latìn y fìsica. El padre Muñoz Ledo pasaría a ser con el tiempo segundo vicario general de la Diócesis de Celaya y ahora rector del Templo de la Preciosa Sangre, en Apaseo el Grande, Guanajuato. Mons. Muñoz Ledo fue también egresado del Seminario de Montezuma.

En sus anécdotas, el Padre Margarito recuerda que Mons. Muñoz dijo esto: "El día que cumpla la edad canónica -75 años de edad- voy a poner mi renuncia para dar buen ejemplo al clero". Y efectivamente, cumplió lo dicho.

Otro maestro lu fue el Padre Eliseo Albor. Nos daba clase de Teología Dogmática.

Ejecución de Tangáxoan II. Mural
de O´Gorman.
También fue mi maestro, sigue narrando nuestro entrevistado, Don Juan Pierres, sacerdote que había egresado de Roma con doctorados en Teología, Filosofía, Derecho Canónico y Sagrada Escritura. Fundador de las peregrinaciones a pie al Tepeyac en la Arquidiócesis de Morelia y en el Bajío. El padre Pierres nos daba, en otro curso, Teología Dogmática.

Mons. Joaquín Campos nos daba clase de Álgebra y Trigonometría.

Aparece en escena otro gran personaje. Me dio clase de Historia de la Edad Media el Padre José Luz Ojeda, poeta y autor de libros, ya desaparecido y muy querido por los fieles y quien fuera sacerdote de nuestra Diócesis de Celaya,

La ordenación sacerdotal del Padre Margarito

Antes, explicó, para llegar al presbiterado se pasaba por una serie de etapas que en aquel entonces se denominaban órdenes menores. Recordó tener entre sus objetos personales una fotografía donde Mons. Don Salvador Martínez Silva me está haciendo la tonsura, un corte de pelo que se realizaba en la cabeza, en la parte de la llamada coronilla

Empieza a emocionarse el Padre Margarito y narra que en aquel entonces exhumaron los restos de Don Leopoldo Ruiz y Flores, quien había sido Arzobispo de Morelia. Este santo varón fue también fue el primer delegado apostólico de origen mexicano en México, tras la expulsión de Mons. Ernesto Philippi, nuncio apostólico y que colocara la primera piedra del Monumento a Cristo Rey en el cerro del Cubilete.

A este acto de exhumación acudieron obispos y arzobispos de varias partes del país, entre los los que se contó Mons. Fortino Gómez León, Arzobispo de Antequera-Oaxaca, tío de Mons. Pedro Gómez, y quien luego radicara como Arzobispo emérito en Celaya y pidió permiso de invitar a alumnos de teología para incardinarse en Oaxaca.

Yo, con un grupo de compañeros, me emocioné y fui a ver al padre rector. me dijo: "En lo personal, primero haga la solicitud para diácono. Sírvale al arzobispado 5 años y luego se va a Oaxaca.
Mons. Salvador Martínez Silva.


Me ordenaron y pasó al olvido el irme a Oaxaca. Con el tiempo, encontré a Don Fortino radicando en Celaya, ya como Arzobispo Emérito.

Cuando se llegó el tiempo de la ordenación, llevaba el peso del arzobispado S.E.R. Salvador Martínez Silva, Obispo Auxiliar y el fue quien me ordenó sacerdote hace 53 años. Sólo ordenó a cuatro: Al ahora Mons. Lauro Gómez Zamudio, actual vicario general de la Diócesis de Celaya. Jaime Hernández Alcalá, Javier Andaluz Aguilar y a José Margarito Ceballos Vázquez.

Fue una cosa impresionante, dice el padre. Me emocionó mucho.

Esta uno en el momento de la postración, haciendo oración, plantado totalmente en el suelo, boca abajo, y uno escucha a la Iglesia Peregrina pidiendo la intercesión de la Iglesia Triunfante por estos candidatos que son presentados al Obispo. Eso me motivó y me emocionó, recuerda entusiasmado.

Tras esto, me nombraron vicario cooperador de la Parroquia del Señor del Hospital, en Salamanca, Guanajuato. Cómo sería de grande esta parroquia que limitaba al norte con Guanajuato capital. Así de extensa era. Eran tiempos en que esa zona norte de la parroquia era boscosa y peligrosa porque había fieras, entre ellas, pumas. Mi primer párroco lo fue el Pbro. Luis Gonzaga Flores y duré sólo un año ahí.

Angangueo: "El congelador de
Michoacán".
Estando en esta parroquia, el Sr. Cura me llama y me dice que el Sr. Arzobispo desea que vaya de vicario coadjutor, con derecho a sucesión, a la Parroquia de Tzitzio, en Michoacán, ya que el párroco era una persona de edad.

Sin embargo, la falta de experiencia parroquial hizo que me enviaran a la Parroquia de Angangueo, poblado que le llamaban en aquel entonces "El congelador de Michoacán" por las bajas temperaturas que se llega a sentir en este lugar y ahí mi párroco fue el padre Javier Murillo Díaz. Con el duré tres años y medio. Luego lo nombrarían Abad y Párroco de la Basílica de Nuestra Señora de Pátzcuaro.

Posteriormente me enviaron a la Parroquia de Puruandiro. El párroco de ese lugar era el Padre Josè Garcidueñas Sánchez, monumento de virtudes, hombre ya entrado en años.

Se me indicó preparar el terreno para una nueva parroquia en la comunidad de Santa Clara, municipio de Puruándiro. Ahí construí la casa parroquial y el primer párroco lo fue otro sacerdote que perteneciera posteriormente al clero de la Diócesis de Celaya, el padre José Bautista Ponce, quien luego llegaría a ser párroco en la Parroquia La Resurrección y rector del Templo de Nuestra Señora de la Salud, ahora parroquia, en Celaya. Quienes lo recordamos, dijo el Padre Margarito, sabemos que era un hombre humilde y entregado al confesionario.

Nace el Centro Vocacional Campesino, en Puruándiro

Es en Puruándiro donde empiezo a vivir realidades con los fieles. Ahí me encontré con casos de miseria tremenda.

En un rancho llamado Huatajo, se dio una tragedia. Un pobre campesino no tenia que darle de comer a su esposa embarazada, a sus dos hijos y a su esposa embarazada y a la madre anciana, que vivía con ellos.

Ante esta situación, se le hizo fácil coger unos elotes ajenos de una parcela de otro campesino. Al encontrarlo este, le reclama el hecho, lo agrede y lo tira al suelo. Estando el pobre hombre tirado en el suelo, es rematado con un golpe de roca en la cabeza, muriendo poco después.

Ante este hecho, acudo a encontrarme con la familia y empiezo a hablarles de Dios, del amor que nos tiene y que Dios nos atiende y hace caso en nuestras desgracias y necesidades.

Noto que mientras les hablo, la vista de ellos no está puesta en mí, sino que se encuentra esta fija, mirando hacia el horizonte. Les llamo la atención y ellos me miran. Recibo su respuesta como una bofetada, reconoce: "Padre, ¿como cree que a gentes como a nosotros nos va a hacer caso Dios?"

Son estas palabras y esta realidad las que me mueven a reflexionar y a ver muchas realidades. El efecto de la miseria es el conformismo.

Me doy cuenta de esto y entro en diálogo conmigo mismo y con mi Arzobispo. La gente en su pobreza ya no desea sólo palabras. Ya no debo sólo predicar palabras. Debo actuar. Me duele la miseria de la gente. Deseo buscar a los niños mas pobres y que tengan algún grado de inteligencia y despertar en ellos liderazgo, que busquen luchar contra la miseria.

Ante estas consideraciones y que son aceptadas por Mons. Luis María Altamirano y Bulnes, Arzobispo de Morelia y me puse a conseguir una casa vieja que proporcionó un caritativo médico.

Reuní a cerca de 60 criaturas. Los ranchos empezaron a aportar frijol. Un hermano benedictino, Benito Berber, quien esta actualmente en un monasterio en Acapulco me proporcionò material con carisma benedictino para realizar un proceso de formación en lo personal y a los chicos. Se trataba, explicó el Padre Margarito, dedicar tiempo a la oración y otro tiempo al trabajo.

Sin embargo, empezaron a enfermarse los niños. La causa fueron situaciones de la desnutrición. Salimos avantes y nace así el Centro Vocacional Campesino. Esta casa que a su vez fue un centro de formación llegó a entregar a 25 alumnos al Seminario de Morelia. Otros, otros terminaron carreras profesionales, otros no llegaron a nada. Los menos, desviaron sus caminos, pero todos, al final, recibieron una formación cristiana y humana.

Interrogado sobre algunos personajes destacados egresados de este lugar, el padre Margarito nuevamente hace uso de una gran memoria y empieza a enumerar: Padre Antonio Meza, sacerdote párroco de san Francisco Angamacutiro. Padre Salvador Corona, párroco de Villachuato, en Michoacán. Padre Serafín Elizarraraz, actual párroco en la Catedral de la Diócesis de Lázaro Cárdenas.

En Santa Clara estuve apoyando como vicario y luego quede de director del Centro Vocacional Campesino con nombramiento de rector del Santuario de Guadalupe, en Puruándiro.

En este Centro, la Arquidiócesis me proporcionó el auxilio de un seminarista mayor, entre ellos, el después sacerdote Padre Francisco Amaya, ya fallecido, quien fue luego Abad de la Basílica de Nuestra Señora de la Salud en Pátzcuaro.

Tras esta experiencia, me enviaron a fundar la ciudad de los niños a Celaya, pero presente algunas objeciones.

Supe que en esta zona se tenía el proyecto de fundar una parroquia en la comunidad de Tenería del Santuario y entonces presenta el Arzobispo el Edicto de Erección Canónica. Es así como me dan el nombramiento.

Ya siendo el párroco, veo que la situación económica del lugar era difícil. Además de las labores parroquiales, empecé a emitir un periodiquito que se llamaba el líder local. Compré una copiadora Gestetner, que en ese tiempo era lo máximo. Duré ocho años como párroco en este sitio. es en este sitio donde pasamos a formar parte dela Diócesis de Celaya. Por los datos, calculamos que el Padre Margarito arriba a Tenería del Santuario en 1970-1971 y tres años después, nace la Diócesis de Celaya.

Termino mi labor como párroco aquí, y, ya siendo Obispo Mons. Victorino Alvarez Tena, soy enviado a la Parroquia San Diego de Alcalá, en San Diego de la Unión, Guanajuato. Mi mamá enfermó y ello llevó a que durara poco tiempo en este lugar.

La parroquia de San Diego de la Unión tenía 145 ranchos para atender. De ahí, Mons. Álvarez Tena me envía como párroco a la Parroquia San Antonio de Padua, en la ciudad de Celaya, sustituyendo al ahora Mons. Antonio García Paredes, actual rector del Templo de La Piedad, y es este distinguido sacerdote, quien también llegaría a ser Párroco del Sagrario Catedral de Celaya, quien pasa a ser párroco en San Diego de la Unión, sustituyendo al Padre Margarito.

Ahí duré 8 años de sacerdote y se me asignó como vicario al ya fallecido Mons. Alberto Freire Casillas, quien tendría como último lugar de su labor ministerial la Parroquia La Asunción, en el barrio de El Zapote.

Decide Mons. Álvarez Tena enviarme como párroco a la Parroquia Inmaculada Concepción, en Villagrán, Gto donde duré 16 años.

Pasan los años y el segundo obispo de la Diócesis de Celaya, Mons. Jesús Humberto Velázquez Garay, me envía como párroco a la Parroquia María Auxiliadora, en Empalme Escobedo, municipio de Comonfort donde pasé de cuatro a cinco años. Cumplo ahí mi edad canónica, 75 años de edad y entonces, el tercer obispo de Celaya, Mons. Lázaro Pérez Jiménez me envía al Templo de Los Remedios, en Comonfort para finalmente llegar al sitio en el que actualmente me encuentro, rector del Templo de María Auxiliadora, en la ciudad de Celaya.

El paso del Padre Margarito por las parroquias de Villagrán y Empalme Escobedo dejaron huella en los fieles. Signos de este paso fueron precisamente los trabajos en favor de la catequesis y el remozamiento de sus templos. Cuando el padre Ceballos Vázquez finalizo sus períodos en ambos lugares, dejó recuerdo y nostalgia por su persona en eso sitios, hechos que son reconocidos por personas como el actual párroco de la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, Pbro. Jesús Rico Negrete, originario de Villagrán, Guanajuato, quien ve con afecto filial al Padre Margarito y que recibe recíprocamente el cariño paternal de nuestro querido sacerdote de Abasolo.

Parte final.


El Padre Margarito nos confiesa que la etapa más importante de su vida sacerdotal lo ha representado su paso por Puruándiro. Me puse como objetivo ver cada ocho días acudir a visitar a Mons. Manuel Martín del Campo, Arzobispo de Morelia y lo tenía al pendiente de todo lo que sucedía en el centro vocacional y las consideraciones del entonces Gobernador del estado de Michoacán, Agustín Arriaga Rivera.

Eran tales sus detalles para conmigo, que me invitaba a sus giras de trabajo, así como sus fiestas y ello llevó a apoyarme en la obra de atencion a los campesinos. Insistí mucho en las comunicaciones.

Cuando yo llegué todo estaba incomunicado. Pude ir viendo y viviendo que luego se construyó la carretera Cuitzeo-Puruándiro y luego de ahí a La Piedad. Ello ayudó mucho y en esos tiempos el lograr conectarnos al Bajío.

En Angangueo, también pude vivir el encontrar encarnado en el pueblo el respeto al sacerdote. El Cristo en la tierra. Era esa calidad que había.

Antes, explicó, no había campanas en ese lugar, y se llamaba a Misa con cohetes.

Cierra otra vez los ojos, se lleva la mano a la frente. Se recarga en el escritorio que sirve de testigo mudo a la entrevista y empieza a repetir un canto que le viene a la memoria y que se entonaba, al parecer, a la llegada del sacerdote:

Jerusalén dichosa, ya viene el Salvador. Salgamos a su encuentro con cánticos de amor.

Sigue narrando: Llegaba el sacerdote, visitaba al Santísimo. Luego, confesiones, la Santa Misa y predicacion. La gente no se iba hasta que salía el sacerdote.

Viene a su mente nuevamente el Seminario y recuerda las palabras de Don Manuel Castro Ruiz, quien era en ese entonces Director Espiritual: El padre director nos insistía mucho: sacerdos alter Christus (El sacerdote, otro Cristo). Me acuerdo que en la entrada de las capilla, allá en Morelia, habían dos cuadros en cerámica que decian esto.

Se cierra la entrevista. Se levanta de la silla donde nos habló de parte de su vida. ya los años pesan. Lo conocí sin bastón. Ahora trae uno, pero eso no le quita agilidad, le acompaño hasta la puerta y se le nota contento, diría yo, feliz.

Nos despedimos. Nos abrazamos con afecto entre fraterno, entre filial de mi parte y paternal de su parte y me viene a la mente lo último que me dijo en la entrevista y que en este instante me emociona el corazón:

El sacerdote debe tener siempre presente lo que es...

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